"La Zaranda" 'remece' a Panam�
Miriam Vicenta Almanza
Cr�tica en L�nea
Cuando la pasi�n y el arte se unen, surge "La Zaranda". Y con cuatro actores, un escenario conjugado con la composici�n de elementos simb�licos y el acompa�amiento de mensajes sublimes floreci� en Panam� la obra "Cuando la vida eterna se acabe", en el Teatro Balboa de esta Capital. Una obra "en tercera dimensi�n", un drama que gira alrededor de la miseria y la esperanza y un p�blico anonadado se registraron en el historial cultural que encierra la sala teatral referida. De Andaluc�a, Espa�a, lleg� el grupo de artistas para presentar en primera y �nica funci�n "Cuando la vida eterna se acabe", escrita por uno de sus miembros, Eusebio Calonge, y dirigida por Francisco S�nchez, autopresentado como "Paco Zaranda". Gaspar Campuzano, Enrique Bustos, Fernando Fern�ndez y Francisco S�nchez personificaron con magistral actuaci�n a la catacatre, una puta vieja; a do�a Zancajos; a Mateo El Metralla; y a una impedida, Marcela Bebevientos, quien a trav�s de su actuar sumiso y sufrido complementa la nota central de esta trama que da continuidad a los sue�os sembrando esperanzas tanto para los personajes de la obra como para el p�blico que anda en pos de ellos. Cuatro personajes, cuatro miedos, cuatro esperanzas distintas, una noche con tormentas atmosf�ricas e internas, se recrean en un escenario m�stico que 'saca' al espectador de su entorno y lo transporta a la vieja y derruida casucha donde la pobreza es la principal hu�sped. En esta obra hay de todo. Entre insultos rencorosos, envejecidos gestos y gritos de disconformidad, tres de los personajes manifiestan su disconformidad, su precariedad vital, su desamparo, su pase de facturas a un mundo que les neg� todo y en las horas finales, en un gesto desesperado, juntos buscan una puerta de salida. A lo largo de la trama se presenta una despiadada reflexi�n sobre el lado oscuro de lo humano, y tambi�n el m�s iluminado. El estudio de cada personaje es cuidadoso e implacable. La �nica que podr�a tener esperanza de salvarse en funci�n de su juventud, es una discapacitada que "ni siente ni padece" (porque no lo dice con palabras) y desnutrida que se deteriora m�s en cada sue�o que paulatinamente se convertir� en una "santa" con un mensaje de los dioses e interpretados por Do�a Zancajos. De un modo muy particular, la obra encara la desgracia. No se la evade con chistes o caricaturas, no se la disfraza carnavalescamente, no se le enmascara en consignas desgastadas, sino que se le enfrenta a puro rencor y a pura rabia, de un modo muy "andaluz". El ritmo musical de un canto hondo y rasgado que toca el fondo sin piedad, sin miedo, huye al �glamour� pero sin evitar la dignidad po�tica.
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El ritmo musical de un canto hondo y rasgado que toca el fondo sin piedad, sin miedo, huye al �glamour� pero sin evitar la dignidad po�tica.
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