Jueves 19 de julio de 2001

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  OPINION

EDITORIAL
El calvario de los pacientes de hemodiálisis

La postergación de promesas incumplidas y la mentira, han generado nuevas protestas en el campo de salud, específicamente los pacientes de la sala de hemodiálisis de la Caja de Seguro Social.

Hace algunos meses se anunció que se pondría en operación dicha sala en Aguadulce, pero presuntamente al conocer los asegurados que dicha sala de hemodiálisis se proyectaba como una entidad privada, se estancaron las negociaciones y hasta el momento no ha cristalizado el asunto, por lo que ni en Chitré ni Aguadulce se han dado resultados satisfactorios. Así mismo, la presidenta Mireya Elisa Moscoso Rodríguez anunció en su propia voz hace más de un año que la sala de hemodiálisis estaría ubicada en Chitré, provincia de Herrera, pero todo no fue más que una quimera porque murió la ilusión en la cuna.

El martes pasado los pacientes enfermos de insuficiencia renal crónica protagonizaron protestas por la deficiente atención que se presta a los asegurados.

En verdad, crecen los motivos para estas quejas porque la institución atraviesa la falta de personal y algunos medicamentos son escasos, además del hacinamiento en unas oficinas poco funcionales. Los horarios para las prestaciones son una pesadilla que tienen que soportar los asegurados porque no se ha establecido un orden o reglamento en la selección de pacientes. Aparte de ello, si una máquina está dañada hay que esperar largas horas para cubrir el cupo que se tenía programado.

El tratamiento de diálisis peritoneal tampoco es una real alternativa porque en muchos hogares no están preparados para esa atención. Sabemos que los servicios de nefrología son costosos y que en Panamá escasean los médicos especialistas de esta materia, por lo que hay gran demanda y estos facultativos tienen que trasladarse a distintas provincias del país. Para evitar el monopolio en la profesión tendrán que contratarse médicos extranjeros que llenen las expectativas y vacantes que hagan honor al juramento hipocrático.

Al finalizar cada turno, se puede observar a los pacientes comiendo en los pasillos, los que son estrechos y casi siempre saturados de cajetas, camillas y los mal llamados "insumos", aparte de que no hay sala de espera y los asegurados tienen que acomodarse como puedan.

Una ampliación hecha recientemente sólo ha sido un paliativo porque las instalaciones no llenan el cometido y corren el riesgo de que en un futuro cercano esta situación haga crisis.

Los pacientes de hemodiálisis son una bomba de tiempo a punto de explotar. Ya en el pasado hubo 14 muertes y ese suceso no debe repetirse. No es posible que en plena era de las computadoras vayamos para atrás cuando es deber del Estado proteger la vida de los asociados.

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