Después de una impresionante escapada en la etapa 15 del Tour de Francia 2005, el español Óscar Pereiro tenía un solo adversario que lo acompañaba a sólo 4 kilómetros de la meta final. Pero ese ciclista, Jorge Hincapié, el lugarteniente del hasta entonces seis veces campeón Lance Armstrong, no se despegaba de la rueda trasera de Pereiro. El neoyorquino Hincapié se valió más bien de la excusa de esperar a su líder, y aprovechó el trabajo del gallego para aventajarlo en los últimos 300 metros, ganando así la etapa.
La lección la aprendió muy bien Pereiro ese día. En la siguiente etapa invirtió las tablas y empleó la misma táctica a expensas del italiano Mazzoleni. Esta vez el pontevedrés esperó para atacar a escasos 200 metros de la línea, imponiéndose así sobre Mazzoleni, Evans y Zandio, y ganando la etapa. Pereiro no sólo tomó su revancha, sino también obtuvo su primer triunfo en el Tour y el título de corredor más combativo de la jornada, así como lo había obtenido en la etapa anterior en que había tenido que conformarse con el segundo lugar.
Es cierto que a la postre Lance Armstrong ganó su séptimo Tour de Francia consecutivo, pero el que recibió el premio a la combatividad, que se le otorga al más batallador, fue Óscar Pereiro.
Expresando su satisfacción al recibir el premio a la combatividad luego de cruzar la meta en los Campos Elíseos, Óscar Pereiro dijo: «Es un premio que te atribuyen por el esfuerzo y el trabajo, por lo que es un reconocimiento bonito y que siempre gusta.... dos años entre los diez primeros no es casualidad.»
A eso se refería San Pablo cuando, al acercarse a la meta final de su vida, teniendo ya a la vista los Campos Elíseos donde sería premiada su propia carrera, dijo: «He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás, me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día».
Corramos así nosotros, con ese mismo empeño, la carrera que tenemos por delante, de modo que «en aquel día», como la justa recompensa de nuestro esfuerzo, recibamos de manos de Jesucristo, el Juez justo, campeón del Tour de la Vida, la corona de justicia que dará a todos los que se han mantenido en la fe, batallando hasta el fin.