MENSAJE
Sólo son espantapájaros
Hermano Pablo
Costa Mesa, California
Fue un desfile singular aunque
no recibió mucha publicidad. No fue acompañado de bandas de
música, ni de estandartes, ni de banderas. Fue un desfile pequeño,
de gente callada, silenciosa pero elocuente.
Lo organizó Joan Caron, mujer de mediana edad del estado de Maine,
Estados Unidos, y los 37 desfilantes eran todos "espantapájaros".
Cargados por hombres y mujeres, desfilaban con ropas viejas y desgarradas
como todo espantapájaros. Joan Caron bautizó su desfile, con
toda ironía: "Políticos y Religiosos". Interesante
este desfile: impresionante para los niños, divertido para los mayores
y sugestivo para todos. Su nombre, especialmente, provoca reflexión:
"Políticos y Religiosos".
El espantapájaro, esa mal vestida estatua que no es más
que dos palos cruzados con ropa vieja encima, ha venido a ser el símbolo
de lo falso, de lo engañador, de lo temido sin razón. Parece
que la señora Caron quería enfatizar ese lado oscuro de algunos
políticos y religiosos que ella conoce.
Sin embargo, ese desfile desusual nos da en qué pensar, porque
hay otros espantapájaros que también son falsos, espantan
y engañan.
La superstición es uno de ellos. Hay quienes, por ejemplo, pasan
cada hora del día pegados a su horóscopo. Son los que viven
con un miedo pasmoso de desviarse un solo milímetro de su prescripción.
Si el horóscopo les dice que ese día no es bueno para los
negocios, se vuelven ariscos a cualquier proposición comercial. Si
el horóscopo les dice que no es buen día para las relaciones
humanas, se encierran en su cuarto hasta el día siguiente. Las supersticiones
no son más que espantapájaros.
El fatalismo es otro de ellos. ¡Cuántas personas hay que
se doblegan totalmente ante alguna situación negativa de la vida!
Para ellas, son el producto de un destino cruel e inflexible que les congela
la mente y les paraliza la voluntad. Se rinden ante las luchas como si fueran
ley escrita en el cielo.
Dios nos ha hecho libres. Lo que nos congela ante la superstición
y el fatalismo es nuestra falta de conocimiento y de fe. Pidámosle
a El libertad espiritual para así llegar a ser la persona que El
quiere que seamos. El desea darnos su liberación y su gracia. No
tenemos que ser víctimas del temor. Cristo ya pagó el precio
por nuestra libertad.
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