Cuando una mujer se maquilla da rienda suelta a su imaginación, resalta sus facciones para adquirir seguridad en sí misma e incluso oculta las marcas del tiempo. Para lograrlo, su mejor aliado es la paleta del arcoiris, que ofrece una serie de recursos que vale la pena conocer.
Se sabe que el color produce efectos psicológicos y de conducta en quien observa. El azul, por ejemplo, invita a la relajación y al reposo; el rojo a la acción y sensualidad, como se muestra en una mujer apasionada cuyos labios lucen intenso color carmín.
Por su parte, la luz interviene en la creación de texturas. Expertos aseguran que los efectos ópticos de tersura, calidez y suavidad siempre han sido imitados por famosos maquillistas, quienes consiguen tonalidades resplandecientes y angelicales que brindan toques de alegría y vitalidad. Lo logran gracias al amarillo, anaranjado y violeta.
En cuanto a la intensidad, también es importante saber matizar y mezclar los cosméticos, dependiendo del tono de ojos, cabello, piel y ropa a usar. Con este propósito, las casas de belleza dividen los colores en cálidos (amarillos y rojos) y fríos (azules y violetas), que son opuestos o complementarios entre sí.
Es recomendable evitar la combinación de colores fríos con cálidos, pues se obtendrá un efecto contrario al deseado. Casi siempre que vemos a una persona que nos da la impresión de vulgaridad o mal gusto, es porque mezcló estos tonos. En particular, las mujeres de más de 50 años deben evitarlo, porque endurecerán sus facciones y aparentarán más edad. Para elegir cuál de estas gamas es la que más conviene, basta con hacer algunas pruebas de maquillaje. Aquellos colores con los que los ojos luzcan más apagados o que resalten las líneas de expresión y acentúen las "bolsas" y ojeras deberán evitarse.
Estos consejos son sólo una base de la cual puede partir la elección ideal del maquillaje. El resto queda a la imaginación de cada mujer.