Violación carnal: una experiencia
traumática
Maritza Reyes
Para: Crítica en Línea
Los actos de violencia carnal
en Panamá han alcanzado cifras alarmantes. Este asalto a la libertad
sexual lo sufren mujeres adultas (incluso ancianas), niños y adolescentes.
Sólo nos basta recordar uno de los casos más recientes en
el que una menor fue violada por 15 miembros de una banda juvenil que asume
este acto como un rito de iniciación en la delincuencia.
La reacción de las víctimas casi siempre es la misma: "lo
odio, me ha hecho mucho daño, quisiera matarlo". El diagnóstico
médico dice así: desgarramientos en la vagina y recto, escoriaciones,
hematomas y desfloración en el caso de las doncellas (vírgenes).
Este tipo de violencia no ha dejado de ser extraño contra los
varones, dijo un especialista en medicatura forense, quien alega que igual
pueden ser atacados por el mismo sexo o por una mujer.
Un informe de Medicatura Forense del Ministerio Público cuantificó
en 1997 unos 3,560 casos de delitos contra el pudor y la libertad sexual,
los cuales fueron atendidos en la Clínica Médica Legal y en
Psiquiatría Forense; mientras que las estadísticas de la División
de Delitos Contra el Pudor de la Policía Técnica Judicial
indican que en 1998 las denuncias de violación ya llegan a 168. En
tanto que el Ministerio de Gobierno y Justicia informó que la violación
carnal figura en segundo lugar en la escala de delitos más comunes.
La Chorrera y San Miguelito registran el mayor porcentaje. El 90% de las
víctimas son mujeres.
Las ONG ( CEDEM, FUNDAMUJER, CAMM, CEPAM) atendieron a 5,484 víctimas
de violencia en 1997, en donde la sexual marchó a la cabeza.
Las cuatro organizaciones coincidieron en señalar que la gran
mayoría de las víctimas guardan un silencio asombroso por
vergüenza o amenazas.
La historia de Roxana
Es una muchacha de 1.65 metros de estatura, de unos 22 años, tez
blanca y muy escuálida. De mirada esquiva y triste. Vive en un sector
suburbano de la capital, en una casa de esas que se construyen a retazos.
La acompaña su abuela, una anciana que apenas logra sostenerse en
pie y un hermano de 8 años con retardo mental.
Su madre la abandonó cuando cumplía los 15 y a su padre
nunca lo conoció.
Fue difícil convencerla para que nos relatara su historia. Es
comprensible, para cualquiera recordar la violación es como volver
a caminar descalza sobre hierros calientes o vidrio molido.
Bajó la cabeza y jadeó unos segundos tocándose la
sien. Me miró y dijo con voz queda: "No pude hacer nada; esos
hombres irrumpieron en mi casa. Era muy de noche, como la una de la madrugada,
cuando escuché ruidos en la cocina, pensé que era el gato
o un trasto mal puesto. De pronto vi como dos sombras se deslizaban entre
las paredes de la cocina --di unos cuantos pasos-- momento que aprovecharon
los tipos para taparme la boca y maniatarme.
"Uno de ellos me lanzó al piso y me desgarró el camisón,
el otro empezó a oprimirme los senos bruscamente. Traté de
gritar, pero me faltó el aliento. Me rozaron sus genitales en el
rostro y dijeron que me harían algo que me encantaría. Cerré
los ojos pidiéndole a Dios que todo fuera una pesadilla.
"Luché... pero poco a poco me desnudaron. Bruscamente abrieron
mis piernas y jugaron con mis partes más íntimas. Recuerdo
que el que hedía a licor sacó su pene y me obligó a
besarlo y el de abundante y sucia barba me rasguñaba los glúteos;
me obligó a tener coito oral. Por un momento deseé la muerte.
Mi único consuelo fue tratar de mantener los ojos cerrados, para
no mirar la risa silenciosa y burlesca de esos hombres.
"Fue tan terrible, que no se me borra de la mente, no quisiera que
ninguna mujer pasara por esto", dijo entre sollozos la víctima.
Yo pensé que había concluido su historia, pero no fue así,
me asombré.
"¡No, eso no fue todo! Permanecí por unos minutos en
un rincón de la cocina, fingí que estaba inconsciente. Entre
sombras, logré distinguir cómo se manoseaban sus testículos
en señal de triunfo. Me dieron varios puntapiés en el vientre
para despertarme, me resistí, pero de nada valió; volvieron
a "joderme" (violarla), pero esta vez lo hicieron juntos (por
el recto y la vagina), lastimaron cada parte de mi cuerpo hasta aturdirme.
Esta vez no hablaron, sólo "gemían" como animales.
Perdí el conocimiento, cuando desperté ya no estaban",
arguyó mientras sus pupilas se dilataban. Guardó silencio...
y dijo "mi anciana abuela y mi hermano nunca se enteraron del ultraje.
Este dolor aún permanece en mis recuerdos, sólo la muerte
podrá borrarlo".
Rasgos del violofílico
Es astuto e inteligente. Proyecta una imagen falsa. Casi siempre escoge
a su víctima, la hora y el lugar.
Igual puede ser un hombre elegantemente vestido y de fácil hablar,
que un borracho e indigente.
A juicio de la Licda. Gladys Olderón de Tedezco, trabajadora social
en la Región Metropolitana de Salud, todos estamos expuestos en algún
momento a ser presa de un violador o violofílico.
Comenta que no siempre el estereotipo de un hombre violento, de gran
tamaño, rudo en sus maneras, de carácter insoportable y mala
pinta es la figura de un violador.
Esto lo corrobora el escritor Carlos Alberto Leivo, en su obra "La
Familia en Panamá, Situación Actual y Perspectivas" en
la cual aduce que este prototipo de hombre viene en todos los tamaños,
colores y olores, es decir, comúnmente representan todo lo contrario.
Suele ser un sujeto de apariencia agradable, culto y muy solícito;
estudiante, religioso, y cercano a la familia.
En otro aspecto se muestra como un hombre inseguro, dependiente y con
un ego muy débil, que no resiste el más mínimo rechazo.
Su apariencia engañadora es su mejor arma.
Algunas sugerencias útiles
El profesor Segundo Cuevas Gálvez, uno de los coautores de la
obra "Contexto Social y Sexual Humana" se refirió al tema
durante su ponencia en el seminario "Trabajo Social y Derecho en la
Prevención del Abuso Sexual". Explica que el violofílico
encuentra placer cuando obliga a la víctima a aceptar contra su voluntad
un determinado coito sexual (rectal, oral, vaginal). Agrega que recurre
casi siempre a distintas formas de violencia física y a diversos
tipos de amenazas. "La resistencia de la víctima es la que hace
elevar la excitación sexual del violador".
Cuevas hace las siguientes recomendaciones, para evitar el asalto sexual
que conduzca a lo arriba expuesto.
Las mujeres que proyectan una imagen muy sensual (minifaldas, blusas
escotadas, pantalones ajustados y ademanes provocativos) enciende el instinto
sexual de los violadores; es como si le pusieran en bandeja de plata a su
presa, sentenció.
El contoneo al caminar, el coqueteo y las miradas indiscretas, son otras
de las características que atrae al agresor.
Dijo que es importante que las mujeres hagan un intento de mirar a todos
los hombres como violadores en potencia; deben ser maliciosas, prudentes
y desconfiadas.
El caminar sola en lugares desolados a altas horas de la noche, aceptar
visita masculina a solas, subir a un vehículo de personas desconocidas,
son otras de las circunstancias que aprovecha el delincuente sexual.
La otra cara de la ley
Nos referimos al Código Penal y a las instancias encargadas de
agilizar el proceso para castigar este ilícito.
Para el Dr. Florencio Araúz esta norma jurídica adolece
de una práctica funcional efectiva, por el "formulismo"
y "tortuguismo" en las instancias responsables de comprobar y
condenar el delito. Asegura que si los funcionarios de salud no denuncian
este tipo agresión son multados con 50 a 150 balboas días
multas-cárcel
Explica que cuando el médico detecta un abuso sexual y remite
el caso a la entidad respectiva, el proceso se "estanca".
La reacción tardía de las autoridades, que generalmente
cubre de 2 a 3 meses, de acuerdo al galeno, invalida las pruebas (vello
púbico, cabellos, semen, hematomas, laceraciones y desgarramiento
en los genitales). Condición que aprovecha el delincuente y el abogado.
"No hay prueba, no hay delito".
Otra anomalía es la falta de una estructura de personal integrada
por especialistas idóneos en la materia: sociólogos, psicólogos
clínicos, médicos especialistas en maltrato de la mujer y
el menor.
Es por ello, aduce, que los delincuentes de este género deambulan
por las calles de Panamá en busca, quizás, de su próxima
víctima.
El Dr. Humberto Mas, Jefe del Instituto de Medicina Legal, refutó
lo anterior "los casos de violación en la que no se encuentra
evidencia del delito es porque la víctima acude cuando han pasado
varias semanas, cuando las pruebas han desaparecido".
Huellas imborrables
Aunque el derecho es el marco legal para penalizar a los delincuentes
sexuales, en Panamá, muchos de los casos quedan impunes. Esto por
la reacción lenta de las autoridades que en resumidas cuentas no
tienen los recursos ni personal suficiente e idóneo dado que la población
atacada sexualmente es mayor que el número de especialistas.
No obstante, la labor debe estar encaminada a la promoción de
un cambio de actitud en la población en lo referente a la relación
entre los géneros, a través de la educación, la legislación
y fuerte sanción social.
El trauma sicológico de las víctimas por las heridas que
dejan los actos de violencia sexual no tiene cura, es para toda la vida.
Dentro de la Comisión de delitos de violación carnal o
sexual, la legislación panameña señala que el que tenga
acceso carnal con personas de uno u otro sexo será sancionado con
prisión de 3, 5 y hasta 10 años. No obstante, se agrava en
los siguientes casos:
- Violencia o intimidación (uso excesivo de la fuerza, que dañe
sicológicamente a la víctima).
- Cuando la persona se haya privada de la razón o del sentido
(enfermedad física, mental y si la persona ha sido drogada).
- Cuando la víctima se encuentra detenida, presa y confinada al
agresor.
- Abuso de autoridad o confianza.
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