Domingo 14 de junio de 1998

 








 

 

 

Violación carnal: una experiencia traumática


Maritza Reyes
Para: Crítica en Línea

Los actos de violencia carnal en Panamá han alcanzado cifras alarmantes. Este asalto a la libertad sexual lo sufren mujeres adultas (incluso ancianas), niños y adolescentes. Sólo nos basta recordar uno de los casos más recientes en el que una menor fue violada por 15 miembros de una banda juvenil que asume este acto como un rito de iniciación en la delincuencia.

La reacción de las víctimas casi siempre es la misma: "lo odio, me ha hecho mucho daño, quisiera matarlo". El diagnóstico médico dice así: desgarramientos en la vagina y recto, escoriaciones, hematomas y desfloración en el caso de las doncellas (vírgenes).

Este tipo de violencia no ha dejado de ser extraño contra los varones, dijo un especialista en medicatura forense, quien alega que igual pueden ser atacados por el mismo sexo o por una mujer.

Un informe de Medicatura Forense del Ministerio Público cuantificó en 1997 unos 3,560 casos de delitos contra el pudor y la libertad sexual, los cuales fueron atendidos en la Clínica Médica Legal y en Psiquiatría Forense; mientras que las estadísticas de la División de Delitos Contra el Pudor de la Policía Técnica Judicial indican que en 1998 las denuncias de violación ya llegan a 168. En tanto que el Ministerio de Gobierno y Justicia informó que la violación carnal figura en segundo lugar en la escala de delitos más comunes. La Chorrera y San Miguelito registran el mayor porcentaje. El 90% de las víctimas son mujeres.

Las ONG ( CEDEM, FUNDAMUJER, CAMM, CEPAM) atendieron a 5,484 víctimas de violencia en 1997, en donde la sexual marchó a la cabeza.

Las cuatro organizaciones coincidieron en señalar que la gran mayoría de las víctimas guardan un silencio asombroso por vergüenza o amenazas.

La historia de Roxana

Es una muchacha de 1.65 metros de estatura, de unos 22 años, tez blanca y muy escuálida. De mirada esquiva y triste. Vive en un sector suburbano de la capital, en una casa de esas que se construyen a retazos. La acompaña su abuela, una anciana que apenas logra sostenerse en pie y un hermano de 8 años con retardo mental.

Su madre la abandonó cuando cumplía los 15 y a su padre nunca lo conoció.

Fue difícil convencerla para que nos relatara su historia. Es comprensible, para cualquiera recordar la violación es como volver a caminar descalza sobre hierros calientes o vidrio molido.

Bajó la cabeza y jadeó unos segundos tocándose la sien. Me miró y dijo con voz queda: "No pude hacer nada; esos hombres irrumpieron en mi casa. Era muy de noche, como la una de la madrugada, cuando escuché ruidos en la cocina, pensé que era el gato o un trasto mal puesto. De pronto vi como dos sombras se deslizaban entre las paredes de la cocina --di unos cuantos pasos-- momento que aprovecharon los tipos para taparme la boca y maniatarme.

"Uno de ellos me lanzó al piso y me desgarró el camisón, el otro empezó a oprimirme los senos bruscamente. Traté de gritar, pero me faltó el aliento. Me rozaron sus genitales en el rostro y dijeron que me harían algo que me encantaría. Cerré los ojos pidiéndole a Dios que todo fuera una pesadilla.

"Luché... pero poco a poco me desnudaron. Bruscamente abrieron mis piernas y jugaron con mis partes más íntimas. Recuerdo que el que hedía a licor sacó su pene y me obligó a besarlo y el de abundante y sucia barba me rasguñaba los glúteos; me obligó a tener coito oral. Por un momento deseé la muerte. Mi único consuelo fue tratar de mantener los ojos cerrados, para no mirar la risa silenciosa y burlesca de esos hombres.

"Fue tan terrible, que no se me borra de la mente, no quisiera que ninguna mujer pasara por esto", dijo entre sollozos la víctima.

Yo pensé que había concluido su historia, pero no fue así, me asombré.

"¡No, eso no fue todo! Permanecí por unos minutos en un rincón de la cocina, fingí que estaba inconsciente. Entre sombras, logré distinguir cómo se manoseaban sus testículos en señal de triunfo. Me dieron varios puntapiés en el vientre para despertarme, me resistí, pero de nada valió; volvieron a "joderme" (violarla), pero esta vez lo hicieron juntos (por el recto y la vagina), lastimaron cada parte de mi cuerpo hasta aturdirme. Esta vez no hablaron, sólo "gemían" como animales. Perdí el conocimiento, cuando desperté ya no estaban", arguyó mientras sus pupilas se dilataban. Guardó silencio... y dijo "mi anciana abuela y mi hermano nunca se enteraron del ultraje. Este dolor aún permanece en mis recuerdos, sólo la muerte podrá borrarlo".

Rasgos del violofílico

Es astuto e inteligente. Proyecta una imagen falsa. Casi siempre escoge a su víctima, la hora y el lugar.

Igual puede ser un hombre elegantemente vestido y de fácil hablar, que un borracho e indigente.

A juicio de la Licda. Gladys Olderón de Tedezco, trabajadora social en la Región Metropolitana de Salud, todos estamos expuestos en algún momento a ser presa de un violador o violofílico.

Comenta que no siempre el estereotipo de un hombre violento, de gran tamaño, rudo en sus maneras, de carácter insoportable y mala pinta es la figura de un violador.

Esto lo corrobora el escritor Carlos Alberto Leivo, en su obra "La Familia en Panamá, Situación Actual y Perspectivas" en la cual aduce que este prototipo de hombre viene en todos los tamaños, colores y olores, es decir, comúnmente representan todo lo contrario.

Suele ser un sujeto de apariencia agradable, culto y muy solícito; estudiante, religioso, y cercano a la familia.

En otro aspecto se muestra como un hombre inseguro, dependiente y con un ego muy débil, que no resiste el más mínimo rechazo. Su apariencia engañadora es su mejor arma.

Algunas sugerencias útiles

El profesor Segundo Cuevas Gálvez, uno de los coautores de la obra "Contexto Social y Sexual Humana" se refirió al tema durante su ponencia en el seminario "Trabajo Social y Derecho en la Prevención del Abuso Sexual". Explica que el violofílico encuentra placer cuando obliga a la víctima a aceptar contra su voluntad un determinado coito sexual (rectal, oral, vaginal). Agrega que recurre casi siempre a distintas formas de violencia física y a diversos tipos de amenazas. "La resistencia de la víctima es la que hace elevar la excitación sexual del violador".

Cuevas hace las siguientes recomendaciones, para evitar el asalto sexual que conduzca a lo arriba expuesto.

Las mujeres que proyectan una imagen muy sensual (minifaldas, blusas escotadas, pantalones ajustados y ademanes provocativos) enciende el instinto sexual de los violadores; es como si le pusieran en bandeja de plata a su presa, sentenció.

El contoneo al caminar, el coqueteo y las miradas indiscretas, son otras de las características que atrae al agresor.

Dijo que es importante que las mujeres hagan un intento de mirar a todos los hombres como violadores en potencia; deben ser maliciosas, prudentes y desconfiadas.

El caminar sola en lugares desolados a altas horas de la noche, aceptar visita masculina a solas, subir a un vehículo de personas desconocidas, son otras de las circunstancias que aprovecha el delincuente sexual.

La otra cara de la ley

Nos referimos al Código Penal y a las instancias encargadas de agilizar el proceso para castigar este ilícito.

Para el Dr. Florencio Araúz esta norma jurídica adolece de una práctica funcional efectiva, por el "formulismo" y "tortuguismo" en las instancias responsables de comprobar y condenar el delito. Asegura que si los funcionarios de salud no denuncian este tipo agresión son multados con 50 a 150 balboas días multas-cárcel

Explica que cuando el médico detecta un abuso sexual y remite el caso a la entidad respectiva, el proceso se "estanca".

La reacción tardía de las autoridades, que generalmente cubre de 2 a 3 meses, de acuerdo al galeno, invalida las pruebas (vello púbico, cabellos, semen, hematomas, laceraciones y desgarramiento en los genitales). Condición que aprovecha el delincuente y el abogado. "No hay prueba, no hay delito".

Otra anomalía es la falta de una estructura de personal integrada por especialistas idóneos en la materia: sociólogos, psicólogos clínicos, médicos especialistas en maltrato de la mujer y el menor.

Es por ello, aduce, que los delincuentes de este género deambulan por las calles de Panamá en busca, quizás, de su próxima víctima.

El Dr. Humberto Mas, Jefe del Instituto de Medicina Legal, refutó lo anterior "los casos de violación en la que no se encuentra evidencia del delito es porque la víctima acude cuando han pasado varias semanas, cuando las pruebas han desaparecido".

Huellas imborrables

Aunque el derecho es el marco legal para penalizar a los delincuentes sexuales, en Panamá, muchos de los casos quedan impunes. Esto por la reacción lenta de las autoridades que en resumidas cuentas no tienen los recursos ni personal suficiente e idóneo dado que la población atacada sexualmente es mayor que el número de especialistas.

No obstante, la labor debe estar encaminada a la promoción de un cambio de actitud en la población en lo referente a la relación entre los géneros, a través de la educación, la legislación y fuerte sanción social.

El trauma sicológico de las víctimas por las heridas que dejan los actos de violencia sexual no tiene cura, es para toda la vida.

Dentro de la Comisión de delitos de violación carnal o sexual, la legislación panameña señala que el que tenga acceso carnal con personas de uno u otro sexo será sancionado con prisión de 3, 5 y hasta 10 años. No obstante, se agrava en los siguientes casos:

  • Violencia o intimidación (uso excesivo de la fuerza, que dañe sicológicamente a la víctima).
  • Cuando la persona se haya privada de la razón o del sentido (enfermedad física, mental y si la persona ha sido drogada).
  • Cuando la víctima se encuentra detenida, presa y confinada al agresor.
  • Abuso de autoridad o confianza.


 





 

El asalto sexual no tiene hora, ni lugar específico, igual puede ocurrir de noche o de día, con o sin testigos.

El violofílico generalmente es un familiar o un conocido (compañeros de trabajo, escuela e iglesia). Algunos especialistas coinciden en que es posible que el agresor haya sido violado.

Un Informe de las Naciones Unidas revela que, en el mundo, entre un 20 y 95 por ciento de las mujeres experimentan algún tipo de violencia física o psicológica, y se calcula que dos millones de niñas son objeto de prácticas de amputación del clítoris.

AGRADECIMIENTO
Este trabajo se logró con el aporte del seminario "Prevención del abuso sexual y VIH" auspiciado por la Asociación Comunidad Pastoral contra el SIDA, COPACSIDA, Universidad de Panamá y el Ministerio de Salud.

 

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