El petróleo está nuevamente registrando precios récord. Esa situación afecta las economías de los países de los países y amenaza con provocar estallidos sociales, debido al incremento que ese tendencia alcista provoca en los productos alimenticios.
Panamá no escapa de eso. El país consume anualmente 636 millones de galones de las diversas variedades de combustible. Un alza exagerada representa una gran sangría para la economía nacional.
Así las cosas cada dos semanas se produce un golpe al bolsillo de los panameños con una gasolina y diesel que se aproxima a los cinco dólares el galón.
Los proyectos para construir refinerías y buscar alternativa de combustibles no prosperan. Las ofertas de refinerías de México, Venezuela, de DuTemp y ControlSud, de la Occidental Petroleum Corporation y del etanol, son proyectos que deben madurar y de concretarse no estarán en funcionamiento en corto plazo.
Hasta ahora todas esas promesas son castillos en el aire. Lo concreto es que el consumidor panameño -al igual que el resto de los ciudadanos del mundo- sigue pagando muy caro el precio por el galón de combustible.
Dentro de poco, las distribuidoras de energía nos vendrán con otro aumento mensual en la tarifa de electricidad y los gremios del transporte público volverán a amenazar con un paro. Es un tema recurrente y mientras tanto, el precio del llamado oro negro sigue alcanzando precios récord.