Hoy se cumplen 38 años de la tragedia más grande que haya registrado la historia de La Chorrera: la caída del bus 20, de la llamada Ruta 12, del Puente de Las Américas, en la que resultaron 32 muertos, que dejaron 82 hijos en la orfandad entre las edades de 3, 4, 12, 13 y 14 años.
Treinta y ocho años han pasado de aquel 24 de mayo de 1971, pero el recuerdo -aunque ya borroso de aquella tragedia- sigue grabado en la mente de algunas personas como el maestro Jaime Carvajal, quien recuerda que ese lunes no pudieron realizar el saludo de la bandera en la Escuela Naciones Unidas porque la noticia ya se sabía.
Los 37 cuerpos de las víctimas fueron velados la noche del 24 de mayo en el entonces Consejo Municipal, hoy Casa de la Cultura.
El 95% de los pasajeros que viajaban en el bus 20 eran de la Barriada San Antonio, el resto de las víctimas eran estudiantes de primaria, secundaria y universitarios.
Los nombres de las víctimas eran: Carlos Real (empleado de la Caja de Seguro Social), Berta H. de Quiel (Guardia Nacional), Florencio Ramos (ebanista), Natividad de Pérez y León Pérez, (esposos y buhoneros en Salsipuedes), Luis de Hoyos (INDE), Agustina Mena (enfermera Santo Tomás), Erlinda Ruiloba de Victoria, Tomás Martínez, Ramiro Antonio Peralta y Fidelina Saavedra (Registro Civil).
Las otras víctimas fueron: Elizabeth Chong (estudiante), Isaac Martínez (Compañía Amado S.A.), Eliseo Alvear Castillo, Wilfred Cumberbatch (empleado del Canal), José Gutiérrez (Cuartel Central), Esteban Castillo (empleado de Terminales Panamá), Eloida y Edilberto Rodríguez (hermanos), Luis Jiménez (estudiante de primaria), Germán Bernard (empleado del Ministerio de Justicia), Eloisa Herrera, Telma Brenes. Ruth Jaén, Noemí de Ennis, Armando José Pérez, Felipa Martínez, Mirta y Santiago Soo, (hermanos), Florentino Ramos (conductor), Elvira de Herrera y Rigoberto Herrera (esposos).
Los cinco sobrevivientes en este accidente fueron: Fulvia Silva, estudiante de 17 años que desde su silla de ruedas continuó estudios en el Instituto Victoriano Lorenzo y actualmente es secretaria desde hace 26 años; Cándida de Rodríguez, quien después del accidente fue nombrada como aseadora en la Escuela de El Coco y ahora goza de merecida jubilación; Delia de Adames, bajo su inconsciencia y hospitalizada en el Hospital Gorgas, los médicos descubrieron que tenía 6 semanas de embarazo, hoy su hijo tiene 38 años; y Sara de Prieto, vivió 20 años más y falleció de un ataque al corazón.
El sepelio de estos chorreranos tuvo gran notoriedad al contar con la presencia del general Omar Torrijos Herrera y toda su cúpula militar, Cuerpos de Bomberos de Panamá, y de otros puntos, y estudiantes de varios colegios despidieron a sus difuntos.
Como un hecho de solidaridad, los 37 féretros, todos de color gris, fueron donados por el gobernador de la Zona del Canal, coronel Davis S. Parker.
El luto por su gente fue tan grande que durante un mes se suspendieron todas las actividades bailables en La Chorrera, por orden del entonces alcalde Temístocles Arjona.
Haciendo un esfuerzo por recordar este doloroso hecho, Efraín Gómez, compañero de quien conducía el bus, recuerda que la noticia de que el vehículo había perdido el control y se había caído del Puente de Las Américas por el lado donde están los tanques de combustible, les extrañó ya que él (conductor) era una persona responsable y seria.
Una que sí no ha podido borrar ese doloroso recuerdo de su mente es Cándida Jiménez de Rodríguez, quien comenta trae a su mente lo vivido aquel día y manifiesta "él (conductor) como que perdió el control y el bus quedó en el balance de las barandillas y de allí se fue abajo".
"Se puede imaginar cómo gritábamos, con cuánta clemencia pedíamos a Dios por nuestros hijos que quedarían huérfanos, pero cuando caí no recuerdo nada porque perdí el conocimiento y tuve tantas heridas que ya sanaron, pero ese recuerdo nunca sana", sigue diciendo una de las sobrevivientes de esta tragedia.
Dice que ese bus entraba todos los días a recoger sus pasajeros a la Barriada San Antonio. Ella pasó 6 meses hospitalizada en el Gorgas y regresó a su casa en sillas de ruedas, pero con paciencia pudo volver a caminar.
"No me canso de darle gracias a Dios todos los días, no hay un día que yo no recuerde ese momento, creo que el día que me muera será que lo olvide", expresa Cándida Jiménez, quien no ha superado el trauma y cada vez que pasa por el puente, siente que se mueve.
Como ya es costumbre cada 24 de mayo, Cándida Jiménez ofrece una misa por su salud y por los 37 difuntos.
En el Cementerio Municipal, que a raíz de este trágico suceso tuvo que ser agrandado, sólo reposan algunos restos, ya que muchos fueron ya sacados y otros trasladados a diversos puntos del país. �Paz a sus almas!