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Domingo 7 de mayo de 2000



De joven campesina a madre del Salvador del mundo

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R�mulo Emiliani
Monse�or

Mar�a era una mujer incre�blemente maravillosa y obediente y se acomod� a su situaci�n.

Es incre�blemente maravilloso ver como Dios utiliz� a una joven campesina, sencilla y humilde llamada Mar�a para que la salvaci�n entrara a este mundo, para que el Verbo se hiciera carne. Dios, por medio de ella, logr� hacer historia concreta, personal en Cristo. Jes�s, el Hijo de Dios, naci� del seno virginal de Mar�a. A partir del momento en que ella lanz� la frase, "Yo soy la esclava del Se�or, h�gase en m� seg�n tu palabra," el Verbo se hizo carne en ella y Cristo Jes�s, el Se�or, comenz� a desarrollarse, a gestarse en el seno virginal de Mar�a.

Mar�a era una mujer m�stica, de oraci�n profunda. Es en ese clima que experiment� c�mo dios, el Verbo, se hac�a carne en ella. Luego, naci� el ni�o en una cueva y Mar�a, la madre de Dios, estaba sumisa totalmente al Se�or. Ella no protest�, sino que acept� sin cuestionar que su hijo naciera en una cueva. Mar�a era una mujer incre�blemente maravillosa y obediente y se acomod� a su situaci�n. No se lament� sino que profundiz� en su coraz�n que lo importante era que su hijo naciera, no importaba el lugar. Lo importante era que ella era Su madre, que la salvaci�n del mundo hab�a llegado.

Despu�s de la amenaza de Herodes, que mand� matar los ni�os de Bel�n, Mar�a huy� con Jos� y el ni�o Jes�s a Egipto. Seguramente, Mar�a Sant�sima tendr�a que haber trabajado en los oficios m�s humildes que usted se puede imaginar, porque los jud�os en Egipto eran personas totalmente marginadas, de segunda categor�a y despreciados por los egipcios. A�n siendo madre de Dios, no protest� ni exigi� nada a Dios. Mar�a obedeci� y se acomod� a su situaci�n de emigrante en Egipto.

Cuando Jos�, Mar�a y el ni�o Jes�s regresaron a Nazaret, Jos� trabajaba como carpintero y Mar�a y el ni�o Jes�s ayudaban en el taller. Pero cuando regresaban a Jerusal�n, al volver en la caravana, Mar�a encontr� que Jes�s hab�a desaparecido. Volvieron a buscarlo y lo encontraron en el templo ense�ando a los doctores de Israel. Ella, sorprendida, le pregunt� por qu� hab�a abandonado la caravana sin avisar. Jes�s le contest� que deb�a cumplir primero la voluntad de su Padre.

Dice la Palabra que Mar�a guardaba todo eso en su coraz�n.

A los doce a�os de Jes�s, Mar�a entendi� lo que toda madre debe comprender. Hay dos partos en la madre, uno parto f�sico y el otro psicol�gico. Muchas veces es m�s doloroso el parto psicol�gico que el f�sico. �Cu�l es el parto psicol�gico? Pues, en el caso de Mar�a, ella comprendi� y acept� que su hijo no era simplemente un ni�ito que iba a estar siempre bajo su amparo. Ella entendi� que �l comenzaba a tener cierta autonom�a e independencia y que esto iba a aumentar a medida que alcanzara m�s edad. Mar�a entendi� que su hijo era Hijo de Dios y que no era simplemente para ella, sino para la vida y para la humanidad y toda madre debe comprender eso.

La madre tiene que entender que su hijo no es para ella por siempre sino para la vida. El hijo necesita su independencia y su autonom�a. Es muy importante que se forme a los hijos para la libertad. Se le hace much�simo da�o a un ni�o o una ni�a que est� siempre bajo el amparo de su madre y no puede pensar ni decidir por s� mismo. Desgraciadamente, estos casos son muy comunes. Hay muchos adultos que todav�a dependen de su madre, hasta para decidir las cosas m�s elementales de la vida y eso refleja una inmadurez tremenda.

Mar�a Sant�sima, madre de Dios y madre nuestra, tiene tambi�n otra cosa muy linda. Sabe usted que Jes�s, el Hijo de Dios, am� y ama siempre. Y el amor de Dios es un amor sin l�mites, claro que s�. Pero en la parte humana, la parte psicol�gica, la sensibilidad de Cristo, la ternura de Jes�s dependi� en gran parte de su mam�. Como Hijo de Dios, como Verbo Encarnado, siempre am�, pero la forma de amar tierna, el vibrar ante el sufrimiento del pr�jimo, el llorar ante la tumba de L�zaro, el abrazar a los ni�os, ese hombre tan fuerte y vigoroso y al mismo tiempo tan tierno y cari�oso se desarroll� as� en gran parte gracias a su madre, quien le transmiti� valores muy profundos, valores muy humanos. Por eso Dios escogi� a la mujer m�s santa para que formara y educara a Jes�s.

A todas las madres les recomiendo que aprendan la lecci�n de Mar�a. Los hijos dependen en gran parte de c�mo la mam� los forma e influye en ellos. Si la madre los forma bien, ellos crecer�n mejor y m�s sanos. Hoy d�a, Mar�a madre de Dios y madre nuestra, tambi�n puede proyectar su maternidad en todos nosotros. Mar�a puede ayudar para que seamos m�s parecidos a Cristo, si nos dejamos amparar y guiar por su protecci�n maternal.

Mar�a tiene una profunda cercan�a con Jes�s. Tanto as� que ahora en el cielo, Mar�a es la m�s cercana a Cristo y, por eso, es la que m�s puede influir en relaci�n con la acci�n de Cristo en la tierra.

Si usted le pide a Mar�a que oren juntos al Se�or para que El realice algo en usted que es muy importante, entonces, la oraci�n de Mar�a tiene una profunda y grande eficacia. Mar�a es la persona que m�s cercana est� a Jes�s.

Si usted permite que Mar�a entre en su coraz�n y usted entra en el coraz�n de Mar�a y pide su protecci�n y ayuda, ella har� grandes maravillas en usted, como hizo con Jes�s.

Ella sigue ejerciendo una funci�n maternal muy grande en la historia de la iglesia.

Por eso les digo que amemos a Mar�a, imitemos a Mar�a.

Ella interceder� mucho ante Dios para hacer de nosotros aut�nticos hijos de Dios. Y con la ayuda de Dios. �SEREMOS INVENCIBLES!

 

 

 

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