Miércoles 28 de abril de 1999

 








 

 


FAMILIA
Prevención y/o solución de esta dependencia

Robert L. DuPont Jr.
MD

Como en otros problemas de dependencia, la mejor solución es la prevención: detenerla antes que empiece. Existen roles constructivos para las pacientes, familia y médicos. La paciente debe estar muy consciente de los propósitos de estas medicinas y saber, antes de tomar la primera píldora o cucharada, los límites exteriores de su uso. Esto significa saber cuánta medicación o cuántas píldoras se usarán al día, con qué frecuente y durante cuánto tiempo. Asimismo, significa que todos los involucrados (la paciente, la familia y el médico) comprendan los resultados exactos que se esperan del uso, cuáles son los "síntomas objetivos" y el objetivo del uso. Además, antes de comenzar el tratamiento, todos los involucrados en su administración y vigilancia deben estar conscientes de la posibilidad de que haya síntomas de abstinencia cuando se detenga el uso de la droga.

Es necesario advertir dos cosas. Primero, con la nueva preocupación de la familia y la paciente sobre la prescripción, hay una mayor tendencia a utilizar menos los tratamientos médicos efectivos. Muchas drogas por las que pacientes y familias se preocupan, no producen dependencia. Además, estas son completamente adecuadas en situaciones específicas. Por ejemplo, es muy deseable usar un analgésico para un tratamiento a corto plazo asociado con una enfermedad terminal. Esta droga puede usarse con seguridad y adecuadamente en una enfermedad dolorosa que es posible superar rápidamente. Algunas de estas medicinas se usan menos debido a la preocupación exagerada de pacientes y médicos. La segunda advertencia es: si usted tiene miedo de que su familiar o usted se "envicien" con una cierta droga, no deje de usarla sin hablar primero con su médico. Si todavía tiene dudas, pida una segunda opinión a otro médico.

Al dejar de usar una droga adictiva, hágalo gradualmente. Una abstinencia abrupta es negativa y puede ser peligrosa, y los síntomas son más severos si la dosis era alta o el uso había sido prolongado. Los farmacólogos relacionan la gravedad de los mismos con la dosis y con la duración. Por ejemplo dejar de usar dosis altas de muchos tranquilizantes e hipnóticos provoca desórdenes severos, como ataques epilépticos. Los problemas de esta índole se pueden evitar si la abstinencia es gradual, disminuyendo la dosis en el curso de una a cuatro semanas.

 

 

 


 

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