Sábado 10 de abril de 1999

 







 

 


Sumidas en la pobreza viven dos mujeres en El Llanillo de Veraguas

Juan B Madrid
Veraguas- EPASA

Sumidas en la más cruel de las pobrezas y en evidente estado de abandono viven dos mujeres cuyo diario vivir es un reto, una por anciana y la otra por enferma, pero en fin juntas una para la otra, afrontando cuantas adversidades puedan presentarse.

Es la historia que vive la anciana Isabel Rodríguez, quien junto a su enferma hija Georgina Mojica residen en una humilde comunidad del Llanillo de la Peña, provincia de Veraguas, en donde cada día tienen que lidiar con la pobreza asfixiante del duro destino que les ha tocado vivir.

Con un mal de nacimiento, que la ha afectado durante los 50 años que tiene de vida, Georgina vive alejada de la realidad que la rodea, dado que tanto corporal como mentalmente sigue siendo una niña recién nacida.

Según su madre, al nacer los médicos le informaron que no se podía hacer nada por su enfermedad, ya que la misma había nacido para morir y solo le quedaba esperar con resignación la hora de su muerte.

Sin embargo, 50 años han pasado luego de aquel hecho, acontecimiento que lejos de hacer más fácil la ya castigada vida de estas personas, la ha ido empeorando cada vez más sin que exista un salvavidas que les ayude a salir a flote.

Muchas han sido las desgracias que las han rodeado, pero la más notable fue la pérdida, dos años atrás, del padre de la familia, hecho que significó un vacío que no ha podido ser superado, y que las condenó a más pobreza y desesperanza.

Sola con su hija inválida, la señora Isabel ha tenido que dedicarse al trabajo en el "monte", para poder tener por lo menos para una comida al día, puesto que el poco trabajo que puede hacer a su edad no les representa mayores beneficios.

Cuenta la anciana que para que les alcance para sobrevivir solo cocina 1/2 libra de arroz por día acompañado con algo, esto "cuando se puede", ya que hay días en los que no alcanza ni para llevar algo al estómago.

Doña Isabel mencionó el nombre de un vecino llamado "Mon", como la única persona que les tiende la mano en los momentos difíciles, siendo el único morador de los predios que se conduele de la situación que viven y les ayuda con algo de comida, para que pasen el día.

Otra de las preocupaciones que atormentan los pensamientos de esta señora es su casa, dado que poco a poco se han ido cayendo los débiles ranchos que les servían de vivienda, sin que puedan ponerle remedio por las condiciones antes descritas.

En estos momentos viven en una pequeña casa de barro, cobijada con algunas hojas de zinc, sin embargo las brisas veraniegas han hecho mella en el mismo, y han levantado parte del techo y amenazan con seguir destruyéndolo.

Cuenta la anciana que durante las lluvias que cayeron recientemente, tuvo su casa totalmente inundada, incluso debió salir a la intemperie a cavar una zanja para que el agua saliera del lugar, ya que le llegaba a las rodillas.

Por otra parte está el hecho de la enfermedad que sufre su hija, la misma requiere de que esté siempre al pendiente de ella, y en el mejor de los casos que fuera asistida médicamente, no obstante aclaró que los recursos les alcanzan a duras penas para sobrevivir.

Enclavada en un estado de invalidez que afecta el mayor porcentaje de su cuerpo, Georgina tiene que ser atendida en todas sus necesidades por su desgastada madre, que pese a todo lo hace con la mayor de las voluntades y el amor.

Como si esto fuera poco, y producto de su condición a esta mujer la aqueja otro mal que cuando entra en crisis la manda a cuidados intensivos del hospital, ya que se mantiene por un periodo de nueve meses sin defecar, lo que le ocasiona serios problemas.

Según cuenta su madre, actualmente tiene ya varios meses y presiente que viene lo peor, ya que cada vez las contrariedades son mayores, por lo que cada día sus oraciones son de petición por la salud de su hija ya que si le llegase a faltar su vida no tendría razón de ser.

Al preguntar a la señora Isabel cuál eran sus principales necesidades, su cara fue de confusión, ya que no podría escoger entre todas las que tiene, cuales serían las más apremiantes pues a estas personas les falta desde un techo digno donde cobijarse hasta alimentos para sobrevivir, y qué decir de un poco de afecto que se valora con tan solo una visita y una voz de aliento.

 

 






 

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