EDITORIAL
El Distrito Especial de San Felipe
Las fuerzas vivas del país,
incluyendo sectores de gobierno y oposición, han exteriorizado su
rechazo a la pretensión de que el corregimiento de San Felipe sea
convertido en un distrito especial. Algunos sectores rememoran la época
en que el General Omar Torrijos Herrera declaró distrito especial
a San Miguelito, lo que fue un evidente fracaso porque no se dotó
de los recursos adecuados a ese conglomerado humano.
Casi por inercia el distrito de San Miguelito se fue desarrollando paulatinamente
pero con muy poca ayuda del sector gubernamental, convirtiéndose
prácticamente en un área marginal. Para nadie es un secreto
que en víspera del tercer milenio San Miguelito sigue siendo una
bomba de tiempo a punto de estallar por los desequilibrios sociales que
allí son frecuentes.
No se justifica la intención de convertir a San Felipe en un distrito
especial e histórico. Crear otro distrito dentro del distrito capital
es un error, por lo que exhortamos a la sensatez para que este proyecto
no cristalice. Aparte de que le reduciría las rentas al Municipio
capitalino, aumentaría la burocracia estatal, lo que parece ser la
tónica de este gobierno.
Este gobierno se ha caracterizado por el aumento de corregimientos y
por la poca efectividad de una Asamblea Legislativa que en los últimos
tiempos ha aprobado 78 decretos del Organo Ejecutivo y sólo 18 del
Organo Legislativo. También pretende la creación de la Quinta
Sala de Casación Laboral, lo que representa el nombramiento de 3
nuevos magistrados en la Corte Suprema de Justicia, ganando fabulosos salarios.
Mientras que los ministerios de Salud y Educación están en
precarias condiciones, el Gobierno sigue haciendo castillos en el aire y
se entrega a la fantasía para satisfacer su vanidad. Promueven gastos
innecesarios como este distrito especial de San Felipe, mientras los pacientes
de hemodiálisis siguen clamando en el desierto y en las escuelas
cada día hay paros de protesta por falta de docentes.
Este gobierno que parece no haber aprendido la lección del referendo,
se enfrenta a un nuevo desafío. Hasta el momento parece estar quieta
la situación del IDAAN, pero ese es un peligroso detonante. La última
palabra la dirá el pueblo en las elecciones del 2 de mayo del presente
año.
Queremos llamar la atención al gobierno que no provoque al pueblo
panameño. Ese mismo pueblo tiene el recurso de las urnas y sin duda
alguna disparará su voto en los comicios que están a la vuelta
de la esquina.
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