En una mañana rutinaria de trabajo, conversaba con dos colaboradoras acerca de que percibía poca participación en el personal a realizar actividades extracurriculares de convivencia, a fin de buscar estrechar lazos de amistad, conocernos más como personas y fortalecer las empatías profesionales. A mi parecer, la higiene mental a través de convivios y actividades deportivas, puede ser una herramienta que ayude al jefe a desestrezar a sus colaboradores.
Su respuesta no es que sorprendió, pero sí me preocupó, porque percibí una total desconfianza y poca credibilidad en la planificación de su jefatura para estos menesteres y mi mente se fue más allá de esto y se me generó la siguiente pregunta: ¿Cómo revertir esa forma de pensar en la planificación de sus superiores? ¿Cómo ganarme la confianza del personal para lograr que se comprometan en futuros proyectos?
Hay que ser concientes de que cualquier estrategia brillante que deseemos implementar tendrá un pobre efecto si usted no recupera inicialmente la confianza de sus colaboradores, ofreciéndoles razones concretas para hacerles creer que vendrán situaciones mejores.
Otro consejo importante es no dejar que la comunicación se deteriore. Esto trae como resultados que la toma de decisiones se concentre en las manos de grupos cada vez más pequeños. La base de la confianza es la responsabilidad ante los otros. Es una función del diálogo abierto y del respeto mutuo. Cuando esos elementos están en su lugar, los colaboradores se hallan dispuestos a enfrentar lo que está ocurriendo y a cumplir las promesas formuladas.
Entendamos que la confianza por sí misma no produce éxito, se necesita esfuerzo y persistencia. La creencia de que la empresa puede superar cualquier problema tiene que ser respaldada por estructuras y disciplinas que permiten a las personas tener confianza en otras, cambiar recursos y unir fuerzas para enfrentar nuevos desafíos a favor de la organización.
