EDITORIAL
Actuales perspectivas de "El Bogotazo"
El 9 de abril de 1948, en
vísperas de la reunión continental de países latinoamericanos,
fue asesinado arteramente el caudillo del liberalismo social colombiano,
Jorge Eliécer Gaitán, cortando la mano criminal el proceso
de ascenso presidencialista que el liderazgo vertical y docto del destacado
político ofertaba al vivir de Colombia.
La muerte trágica produjo entonces un alzamiento social; eclosión
popular, que se registra con el nombre de "El Bogotazo", en cuyas
acciones y secuelas perecieron miles de ciudadanos, se produjeron múltiples
incendios y asaltos a la propiedad; viviéndose en síntesis
una grave situación de rebelión y caos, con la que la poblada
dejó constancia de su repudio y censura al crimen político
enraizado con las gobernantes cúspides conservadoras de ese país.
La muerte de Gaitán sirvió de detonante a la formación
de huestes armadas en el llano colombiano, en cuyo enrolamiento inscribió
a Manuel Marín Marulanda, hoy conocido como "Tiro Fijo",
actual jefe máximo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC); acción histórica que deriva a la realidad actual donde
los insurgentes suman miles de soldados irregulares, mientras el ejército
regular resulta incapaz para someterlos a la obediencia y orden.
La enseñanza colombiana es ilustrativa: la cerrazón de
los caminos de expresión democrática, el desconocimiento de
las garantías constitucionales, cívicas y políticas,
la afrenta a la vigencia del estado de derecho, y las manipulaciones de
cúspides glotonas y cerradas, son el mejor caldo de cultivo para
desequilibrar el derrotero de una nación y favorecer soluciones de
conflicto, irrespeto social y aplastamiento de la economía.
Ahora, cuando Panamá encamina quehaceres cívicos y políticos
por vías de afianzar la democracia y renovar los mandos de autoridad,
resulta grosero que se celebren reuniones encaminadas a reconstruir las
pandillas partidarias de los "Batallones de la Dignidad" y los
Codepadis; al igual que se produzcan arbitrarias sanciones y castigos para
acallar el derecho a la divulgación y publicación de resultados
encuestadores.
La sostenida y planificada actividad destructora de carteles, vallas,
telas y afiches de opositores pone de manifiesto el desvío intelectual
y la torcedura moral de los autores de tales agravios y despropósitos
insensatos.
El destino panameño preocupa sensitivamente a la opinión
pública del hermano país colombiano donde se llega a preguntar,
con inquietud, cuáles serán las consecuencias en Panamá
del eventual fracaso de las negociaciones pacificadoras del presidente Pastrana
y la guerrilla. Elucubración que alcanza paralelismos similares con
la desgracia bélica de Kosovo; razonamiento que impone reforzar las
búsquedas del respeto, la tolerancia y el civismo en las lides comiciales
panameñas. No lo olvidemos.
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