Lunes 5 de abril de 1999

 








 

 


EDITORIAL
El Tribunal Electoral pretende silenciarnos

El Tribunal Electoral surge a la vida política e institucional panameña como el esfuerzo de preclaros ciudadanos que vislumbraron la urgencia de acabar con el primitivismo electoral que imponía candidaturas y decidía escrutinios en contrapelo a la voluntad emitida por el pueblo elector.

La institución creada tuvo un eclipse durante los años de unicracia cuartelaria cuando en sumisión y reverencia obedeció los dictados de los mandones de foete y fusil; los personeros de aquellas magistraturas manchadas son de ingrata recordación y censura pública.

El retorno democrático con los bombazos de la invasión permitió reorganizar los mandos directivos del Tribunal y dictar normativas que adelantaron los pasos electorales por derroteros de pulcritud, honestidad y respeto popular; y así, se realizaron los comicios que devolvieron el poder a los derrotados perredés, quienes quedaron obligados a repetir la cívica hazaña en los comicios de 1999.

Sin embargo, aquella institución respetada está hoy repitiendo vicios y desatinos propios del estadio oscurantista que feneció con el sátrapa Manuel Noriega, y son múltiples las quejas que recorren los corrillos partidarios y políticos, que puntualizan conductas impropias de quienes gozan por mandamiento constitucional de independencia, autonomía, soportes normativos y períodos fijos.

Al propósito indican que durante los eventos de la consulta referencial sobre la reelección presidencial, el Magistrado que se atreve a castigar nuestro periódico estuvo pegado al teléfono, en directa y sostenida comunicación con el poder, obedeciendo indicaciones, demostrando así una dependencia que ofende la verticalidad de su investidura.

En ese mismo evento, públicamente el licenciado Alvin Weeden denunció la parcializada manera en que se integraron las representaciones del Tribunal en las mesas y Juntas electorales de Azuero, donde los perredistas alcanzaron grosera mayoría.

Ahora, por denuncia de oficio del cuestionado Fiscal Electoral, se impone sanción a nuestra empresa EPASA, bajo fútiles argumentos; razonamientos que envuelven una abierta agresión al derecho de informar y que anteriormente pretendieron imponer draconianamente a los periódicos hace algunos meses; medida que reconsideraron ante la decidida actitud de lucha legal y cívica que desplegó esta empresa.

El predicado constitucional contenido en el artículo 32 de la Carta Magna panameña es limpio, claro y preciso: ¡No existe censura previa en Panamá! La pretensión de los Magistrados Electorales constituye un ataque directo a esa garantía; norma que llega al mundo jurídico sobre miles de muertes, torturas, crímenes y represión que los autoritarios monarcas absolutistas impusieron al vivir francés.

Similar lucha contra esta renovada Bastilla represora cumpliremos: no permitiremos que subalternos intereses y acomodos enanos nos silencien y aparten del camino de divulgar la verdad y los hechos, cueste lo que costare.

 

 

 



 

AYER GRAFICO
El locutor Héctor Ramón Levy recibe homenaje del Sindicato de Periodistas Radiales de Panamá


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, juego con la vida de los asegurados


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