A ORILLAS DEL RIO LA VILLA
...Y Jesús dijo... (II)

Santos Herrera

Los círculos más reaccionarios de aquellos tiempos iban atando metódicamente todos los cabos, para llevar a feliz término sus criminales planes. ¿Cómo era posible que un grupo de desarrapados salidos del seno del populacho pusiera en peligro la seguridad del imperio, confundiendo al pueblo con su doctrina, tergiversando la cultura y la religión para llevar al caos a la sociedad establecida?

La multitud, compuesta por el Concilio, los príncipes de los sacerdotes, los escribas, los ancianos del pueblo, mercaderes y fariseos dejaban oír esas voces llenas de denuestos e imprecaciones en el amplio recinto del Pretorio. Pilatos, demacrado y pálido, después de haber pasado una noche casi en vela, esperaba de pie a que se acercara el reo. Después de breves instantes de silencio, un mercader judío adelantóse unos pasos a los demás y señalando nerviosamente con el índice a Jesucristo exclamó: Este es el que dice ser el Rey de los Judíos, y el que prohíbe al pueblo el pago de los impuestos a la Roma Imperial, y más, con sus enseñanzas exóticas y extrañas incita al pueblo judío a la desobediencia de las leyes promulgadas por el imperio. ¿Eres Tú el Rey de los Judíos?... Pregunta Pilatos, mirando fijamente el rostro lleno de resignación de Jesús. ­Tú lo dices- contestó el Redentor del mundo dulcemente. Me lo han traído aquí para que lo juzgue... mas no encuentro culpa en El.

Hoy es día de fiesta, y castigado ya lo soltaré... La multitud vociferaba dando gritos de ¡crucificadle!, ¡crucificadle! De la masa humana se delineó una figura voluminosa, un fariseo, de los que Cristo había increpado fuertemente, acercándose a Pilatos hizo una reverencia y con una convulsa y atronadora voz dijo:

-A éste hemos hallado que pervierte a la nación y dice tener más poder que el César-. Hoy es el día de Pascua en el que se acostumbra soltar un reo, mas no soltéis a éste, soltad a Barrabás...

Gotas de sudor perlaban el rostro pálido de Pilatos, haciendo un ademán como para acallar la multitud, maquinalmente dejó oír su voz llena de tristeza: He aquí el hombre, tomadle vosotros y crucifadle, porque yo no hallo crimen en El. Inocente soy de la sangre de este justo.

Los intereses creados habían pesado más que la conciencia de Pilatos. Los intereses de Roma, conjuntamente con los intereses individuales y egoístas de los sacerdotes, mercaderes y fariseos, consumaron su obra de ignominia y falsedad. Cristo, el descamisado, el pobre, el que condenó la riqueza mal habida y trajo al mundo un mensaje de paz, de amor y comprensión.

Cristo condenó el egoísmo, la hipocresía, la explotación del hombre por el hombre. Pero ayer como hoy, los intereses creados están dispuestos a crucificar a los cristos que la humanidad generosa prolifera con amor.

 

 

 

 

 

 



 

AYER GRAFICO
El locutor Héctor Ramón Levy recibe homenaje del Sindicato de Periodistas Radiales de Panamá


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, juego con la vida de los asegurados


OPINIONES

 

PRIMERA PLANA | PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | VARIEDADES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


 

 Copyright 1995-1999, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.