La reunión de tres horas y media entre el mandatario Ricardo Martinelli y los ex presidentes Ernesto Pérez Balladares, Martín Torrijos y Mireya Moscoso, fue positivo, porque permite el intercambio de ideas entre personalidades que han ejercido y ejercen el principal cargo de dirección del país
Así también demuestra a la ciudadanía que independientemente de las diferencias políticas que puedan existir, en toda democracia hay posibilidades de conversación entre adversarios para discutir temas de Estado.
El país ha sido sometido durante los últimos meses a un bombardeo de discrepancias y choques entre el gobierno y algunos sectores influyentes de la sociedad, por lo que se requería hacer un alto, escuchar otras voces y tratar de lograr armonía.
Sin duda que cada gobernante tiene su forma particular de ejecutar sus acciones de gobierno, pero en estos tiempos en más prudente consultar que imponer, aún cuando se tenga toda la razón.
Panamá no puede volver a los enfrentamientos de la década del ochenta. Esas deben ser etapas superadas. Siempre debe haber posibilidades para el diálogo y en esa línea debe estar sobre todo los que están en el poder.
Es algo innegable que el actual gobierno no tiene buena relación con la élite del país, pero goza de una fuerte base popular. Ellos deben evaluar su actuación y hacer el balance respectivo para así garantizar la gobernabilidad del país. Reuniones como las de ayer que permiten un intercambio abierto de criterios, son una contribución en ese sentido.