Domingo 28 de marzo de 1999

 








 

 


EDITORIAL
Negligencias médicas en el Santo Tomás

Las quejas proferidas por tres mujeres panameñas que fueron sometidas a operaciones de cesárea y parto, en el Hospital Santo Tomás, quienes denuncian que les fueron dejadas gasas y pinzas dentro del cuerpo, pone de relieve el grave deterioro que sufre el humilde al concurrir al centro de salud de mayor importancia pública.

La coincidencia de fecha en que fueron atendidas permite sospechar que quienes las atendieron carecen de suficiente idoneidad profesional y académica para practicar tales intervenciones quirúrgicas, y asímismo permite levantar voces protestatarias, exigiendo desempeños de altura, de alto rendimiento y competitividad en los médicos de ese Hospital estatal.

Es cierto, y lo hemos editorializado en este diario, que el Hospital Santo Tomás, el "elefante blanco" que construyera el genio visionario del doctor Belisario Porras, caudillo liberal de ejecutorias trascendentales que permanecen enhiestas en la vida nacional, soporta hoy carencias y obsolescencias que reclaman decisiones burocráticas y presupuestarias importantes; sin embargo, tales carencias y deficiencias administrativas no pueden servir de escudo o máscara, para tolerar negligencias en desempeños censurables, como las denuncias señaladas.

En Panamá, durante muchísimos años, las autoridades sanitarias y ministeriales mantuvieron estrechas vigilancias y controles sobre el cumplimiento médico a sus deberes y responsabilidades, impidiendo las proliferaciones e improvisaciones de deficientes profesionales y en tal derrotero hubo sanciones severas para quienes transgredieron aquellos parámetros de la práxis profesionista.

En el pasado se conocieron casos en los cuales por descuido se causaron muertes y lesiones graves a pacientes ; pero, esos eventos daniños fueron castigados por el Consejo Técnico y las autoridades públicas, con las sanciones de reglamento y ley.

De igual manera, la determinó de títulos e idoneidades falseadas ; principalmente de Méjico ; han sido perseguidas, y en un caso el trámite judicial ya impuso condena y restricciones a la falsaria.

Los médicos deben unitariamente repudiar a quienes resultan deficientes en el desempeño profesional, y el espíritu de grupo no debe funcionar a manera de encubrimiento, ocultando las identidades, rangos y posiciones de quienes causan perjuicios y daños por un deficiente desempeño profesional.

Respaldamos los reclamos médicos por sanear y modernizar el hospital del pueblo; pero rechazamos refugiar malos trabajos, tras esas circunstancias burocratas y presupuestarias: los negligentes deben pagar el precio de su incapacidad e incumplimiento profesional que daña y deteriora personas.

 
 

 

 

 



 

AYER GRAFICO
La Semana Mayor se conmemora con gran fervor en todo el país


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Sin embargo, no respeto la tranquilidad de mis vecinos


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