Un adolescente de 15 años y un trabajador de 59, unidos en una misma tragedia.
José �ngel Gómez estaba cerca de la edad de jubilación. Toda una vida de trabajo. Bien merecía el anhelado retiro, pero una cosa son los planes para un futuro placentero, y otra las desgracias que ocasiona la irresponsabilidad humana.
Como lo hacía desde sus años mozos, José se preparó aquel fatídico 14 de marzo para ir a laborar. " No le gustaba faltar al trabajo; él era muy responsable en sus cosas. Recuerdo cuando me decía: Junier, no estés faltando los lunes a laborar", dijo con voz entrecortada su hijo, del mismo nombre.
Gómez estaba entusiasmado con algo: se acercaba su cumpleaños número 60: el 5 de abril. Ya estaba pensando en hacer una fiesta en la cual estarían invitados familiares y vecinos.
Pero eso ya no podrá ser. Dos conductores de buses arruinaron esos planes. Una regata acabó en segundos con los anhelos y sueños de toda una vida.
A lo interno del bus 8B-343 quedó algo más que el cuerpo inerte del trabajador: quedaron 17 años de experiencia como vigilante de la Agencia de Seguridad Técnica, los planes de jubilación y la celebración del cumpleaños, pero lo que no pudo llevarse el manejo desordenado de los conductores Rubén Darío Roberts y Ronald Alberto Gozález Arias, fueron las enseñanzas y el amor que ese padre de cuatro hijos dejó en todos sus seres queridos.
En la III Etapa de Santa Librada, donde vivía, no sólo sus familiares lo extrañan: también los vecinos con los que se llevaba muy bien, inclusive con aquellos de comportamiento problemático, a los que no se cansaba de aconsejar.
Hoy, su esposa Secundina lanza a las autoridades su grito de "�Justicia!", y le exige al director de la Policía Nacional, Rolando Mirones, a la Autoridad del Tránsito, y a los gobernantes en general, "que se pongan los pantalones y le pongan un freno a los que juegan a diario con la vida de inocentes".
LA OTRA VICTIMA
La otra cara de esta tragedia es Emmanuel Enrique Santos, de 15 años, quien tenía poco tiempo ser el "pavo" del bus de la ruta Torrijos-Carter-Vía España.
A su padre, Eleuterio Calle, y dos de sus tíos, le tocó la difícil tarea de reconocer el cuerpo desmembrado del muchacho. El accidente lo decapitó.
"No estaba de acuerdo con que fuera 'pavo' de bus, pero eso él lo decidió. Era un muchacho muy trabajador", afirmó Eleuterio, quien reveló que su hijo no vivía con él, sino con un tío en Cerro Batea.
Aunque actualmente no estaba en la escuela, su familia asegura que Emmanuel era un buen muchacho. Era el segundo de 4 hermanos, que salía a buscar cómo ganarse honradamente algo de dinero. Nunca estuvo en gavillas.
Una vida que pudo ser tanto y que ya no será. Muchas personas ponen en riesgo sus vidas al viajar en un sistema de transporte que ya colapsó, pero que nadie se atreve a buscarle solución.
Dos familias lloran dos vidas, una sociedad rehén de un sistema ineficiente se pregunta quiénes serán las próximas víctimas.