domingo 7 de marzo de 2004

 

S E C C I O N E S

EPASA EN LINEA

EL PANAMA AMERICA

DIAaDIA EN LINEA

REVISTA SIETE!


primera plana

portada

al cierre

nacional

política

opinión

economía

consumidor

el pueblo habla

comunidad

la voz del interior

deportes

el mundo

viva

en la cocina

consultorio m�dico

sociales

sucesos


ediciones anteriores

buscador de noticias

clasificados EPASA

otros sitios de interés


  RELATOS Y REPORTAJES


Cinco días maravillosos

Rosa Angélica Conte | Cr�tica en L�nea

Imagen foto

El miedo de no haber terminado de crecer y criar a un bebito muchas veces pensé que si esto no me hubiese pasado.

Todo empezó como un susto. El miedo de no haber terminado de crecer y criar a un bebito muchas veces pensé que si esto no me hubiese pasado, hubiera continuado mi vida tan feliz, pero hoy me doy cuenta que si ella se hubiese quedado, ahora sería la mujer más dichosa del mundo.

Muchos dicen que Dios sabe porqué hace las cosas, eso lo entiendo pero saben ustedes cómo hace una madre para entender porqué pasan las cosas, cuando uno se encuentra en el otro lado de la barrera, es tan fácil expresar una palabra. Siempre fui una mujer dura conmigo misma, no me permitía llorar ni que nadie me viera sufrir, parte de esto quizás me ayudó a que todos vieran que ya todo pasó... pero cuando hay momentos en que simplemente no puedo con el dolor.

�Que si siento remordimiento?... hoy me confieso y digo que sí, como futura madre fui inmadura y me creía que nunca nada me podía pasar, que las cosas siempre le pasaba a los demás. Me deje llenar de tanto sentimientos que los meses pasaban y quizás aquella niña, que era lo que creía que era, se encontraba ahí tratando de decirme algo que nunca supe escuchar quizás por egoísmo.

Dios no me dejó sola, me mandó dos ángeles que no me dejaban sola, me escuchaban, me hacían reír y hacía la espera más paciente.

Todavía recuerdo aquel día, mamá insistía en que me hiciera un ultrasonido y realmente no me sentía mal. Me encontraba en una reunión y apuraba a todos por que iba tarde para la cita. Nunca imaginé que aquella cita marcaría mi vida, ya que el doctor me dijo primero que todo, es una niña, y luego me dijo que tenía muchas contracciones y que me estaba dando a luz, pero no debía, ya que la niña era muy pequeña y no tenía el peso... mi mamá se preocupó lo noto en su cara, quizás no entendía nada pero sabía que algo andaba muy mal.

Cerré mis ojos y le pedí a Dios que nos bendijera, el doctor metió una pastilla en mi boca para calmar las contracciones mientras viajábamos a la urgencia de maternidad.

Médicos iban y venían y nadie daba una respuesta hasta que escuché: súbala para atenderla... Tenía mucho miedo y fue la primer vez que lloré sentía que esa palabrita entorpecía todo. Un camillero me dijo no me preocuparas pero sentía que sí debía preocuparme, y así fue, ya que es era la única posibilidad que continuara mi embarazo, pero no pudo ser, las contracciones eran cada vez más fuertes.

Fue cuando me bajaron a los cuidados intensivos, ahí aprendí a llorar, le pedía a Dios que no me quitara mi bebé... pero Dios me mandó un ángel en aquel momento fue un doctor que me explicó que mi bebé tenía todas las probabilidades de vivir, pero que no me hiciera ilusiones.

Aún recuerdo aquel diez de noviembre, me visitó mucha gente querida y recuerdo que la última en irse fue uno de mis ángeles en el embarazo quien me hizo reír mucho junto al papá de la niña que estaba dándome ánimos, pero muriendo por dentro, su sueño también era ser papá.

Quizás me culpaba demasiado que aquel día le dije mientras con ilusión él me sobaba la barriga con una voz reseca el doctor me dijo que no nos hiciéramos ilusiones. Luego me dio un beso, cambió de tema y seguimos riendo...

Pero algo raro pasaba por mi cuerpo yo le dije que quería orinar , él me ayudó pero yo no paraba de orinar. Todos se fueron y horas después le dije al doctor que me sentía mal... justo en ese momento una doctora me examinó y dijo: para la sala de parto.

No sé porque en ese momento no pude llorar, quedé sin palabra mientras veía que buscaban doctores de todas partes; era una sala llena.

Tenia mucho miedo, la doctora me habló y me dijo: lo tuyo es delicado es un trabajo en conjunto, puja un poco mientras yo trato de jalarla... era delicado ya que la bebé estaba de pie y se movía mucho, sólo sentí cuando la doctora la halaba por los hombros para sacarla y el dolor era insoportable pero moría por verla. "Listo" escuché a la doctora mientras terminaban de limpiarme. "Es una niña, me dijo, mientras la metía en la incubadora. Mis primeras palabras fueron para preguntarle si estaba bien y que me la enseñaran. "la doctora dijo que estaba bien y que recordara que no era un parto normal.

Ahí llore porque más que sentirla, la olí; fue un olor que jamás he olvidado en mi vida. Al salir de la sala de parto me colocaron junto a dos madres con sus bebés que también acaban de nacer.. ahí me sentí muy mal, quería a mi bebé y la enfermera me tranquilizó.

Esa noche fue larga; sólo soñaba con verla, al medio día una enfermera me dijo: Rosa Conte, venga a ver a su niña. Ahí estaba, era tan pequeña, pero tan hermosa, tenía tantos vellos y de lejos se veía que se parecía a su papá; era tan normal con sus deditos y sus cabellos.

Me sentía la reina del mundo, lo tenía todo para ser feliz, no me hacía falta nada. Para mí era la niña más hermosa.

Cuando vi al padre, le dije: "Mi amor, es igualita a ti" bajamos juntos a verla y me sentía completa.

Fueron cinco días de miedo y felicidad no faltaba a una sola visita aunque lloviera, muchas veces pensé que la tendría conmigo. Recuerdo cuando me dijeron al segundo día que mi bebé había tenido un pequeño problema en el pulmón... Por segunda vez sentí que no podía, no paré de llorar, bajé a la capilla y le pedí a Dios que se llevase lo que quisiera, pero mi hija no. Como cosa de Dios, la niña se fue recuperando y al cuarto día llama un doctor amigo de la familia para decirle a mi hermana que la bebé estaba muy bien y que tenía todas las posibilidades de seguir adelante y el sentido de mi vida cambió.

Recuerdo que el celoso padre no me dejaba ni tocarle las manitos con temor a que le pasara algún virus, pero ese día yo le cantaba y jugaba con su manita y sin querer, se la pegué al pamper; el papá me regañaba mientras con amor se la quitaba. Le puedo jurar que esos días fue la niña que más amor tuvo y a quien más he amado yo.

Todas las tardes antes de retirarnos, le rezábamos el ángel de mi guarda y cada mañana que iba tenía el miedo de no encontrarla. Era una niña activa para sus meses, decía la doctora, ya que cuando el papá le hablaba ella le agarraba el dedo y cuando le quitábamos lo que tenía en los ojitos le hablamos y era como si nos buscara con la mirada aún recuerdo su última mirada era como si supiéramos que fuera el final, yo y mi novio nos abrazábamos y le hablábamos y yo le cantaba en voz baja la canción abrázame muy fuerte. Se lo puedo jurar, fue un momento inolvidable y quizás el más interesante de mi vida una bebé que era mía, mis sueños cambiaron y sabría que mi vida también cambiaría.

Esa fue la mejor despedida, estábamos ahí los tres pero más felices que nunca no había miedo de perderla, sentí como si esa noche me la llevaría a casa. La visita acabó, ese era el último día que la veía con vida, una llamada de una compañera que teníamos rato sin hablarnos, me avisó que mi bebé estaba mal... yo iba en el bus rezando, pero en ese momento volví a sentir su olor y recordé que esa noche mientras dormía también había sentido su olor y soñé que estábamos los tres jugando.

Cuando llegué, no me atrevía a entrar a verla y esperaba a que llegara el papá, en eso no resistí y pregunté por mi bebé; fue cuando la doctora me dijo que en la noche se complicó y no resistió; me volví loca por unos instantes y no escuché las explicaciones que me daba la doctora, en eso llegó mi novio y me preguntó que pasó y la doctora le contó. Sentí que mi vida se había ido con ella. Aunque al arreglar los papeles de la funeraria él me decía: "No te preocupes, vamos a intentarlo otra vez" yo sentía que no quería a nadie, que sólo la quería a ella.

No fue fácil reponerme y creo que nunca lo hice, pero fui fuerte y le di gracias a Dios porque por lo menos me permitió vivir la experiencia más maravillosa de la vida, por cinco días: ser la madre de un precioso ángel, que me iluminó.

La fuerza de mi familia, amigos y pareja, me mantenía en pie;, por días me encerré y no permití que nadie me viera, me sentía tan culpable y tan mala. Pero cuando salí junto a mi novio, a ver el traje de la niña, le decía: quiero verla hermosa; aunque me cueste tanto, quiero una despedida de reina, como lo era ella para mí. Compré globos y me vestí idealizándome que no debía llorar; además todos me decían que los angelitos no se lloran.

Le compré un vestido hermoso que no es porque era mi hija, pero parecía una princesa dormida. Mientras la vestíamos, lo juro que era como si Dios me hubiese llenado de fortaleza y estaba tranquila. Creo que pensé que esto era un sueño del que pronto iba a despertar y ella estaría en casa conmigo, pero no fue así, cuando la vi bajar, mi vida se iba con ella y no pude controlarme, olvidé los consejos de todos; esa era mi hija y no era una niña cualquiera, la quería conmigo.. El tiempo pasó y traté de vivir mi vida; muchos dicen que fue una lección de Dios, o una prueba en mi vida; que a lo mejor la niña no iba a ver bien o algo andaría mal en su vida.

Quizás hoy lo entiendo, pero les puedo jurar que si algo pudiera cambiar en la vida, sería el que ella estuviese aquí siendo el regalo más fabuloso del día de la madre; Joanis Angélica fue lo más perfecto que he hecho en mi vida y siento que jamás, aunque tenga 15 hijos, volverá una como ella.

 

    TITULARES

Imagen foto
Limpiar caca de la bahía cuesta B/.322.1 millones

 

linea
linea gris
 

   Copyright © 1995-2004, Crítica en Línea-EPASA 
Todos los Derechos Reservados