El jefe del Ejecutivo en su informe a la nación resaltó el crecimiento económico registrado. Además destacó que de un déficit del 5.3% en relación al Producto Interno Bruto (PIB) en el 2004, el año 2006 terminó con un superávit de 0.5%.
Todas esas cifras son plausibles, pero existe la realidad del otro Panamá que vive en la pobreza. A pesar de las ayudas de los gobiernos, esa gran brecha entre los que muchos tienen y los que nada ganan, sigue siendo abismal.
La distribución de la riqueza sigue siendo el Talón de Aquiles de la nación. Las becas a los sectores pobres, los bonos a las familias humildes y otras ayudas oficiales, no son suficientes y se hace necesario que el sector privado despierte y descubra que existe ese otro Panamá, donde la gente si desayuna no almuerza y si almuerza no cena.
Hay bolsones de pobreza en todas las provincias, lo que reclama un mayor esfuerzo para ayudar de manera efectiva a esos panameños, para que poco a poco vayan saliendo de la miseria.
Retomando el informe presidencial, un aspecto que pasó por alto el mandatario Torrijos fue el tema de la inseguridad en las calles. Coincidiendo con su mensaje, ese mismo día se reportan cinco asesinatos en menos de 24 horas.
Una de las promesas de Torrijos fue mayor seguridad. Por diversas causas eso no se ha logrado. Quizás la pobreza en que viven muchos panameños, es el caldo de cultivo para el incremento de la delincuencia. Lo de la inseguridad es un tema recurrente. Cuando se disparan los índices, la Fuerza Pública aprieta, pero luego la vigilancia se relaja y se reinicia otro ciclo de violencia. La acción debe ser permanente, de lo contrario el hampa se tomará las calles del país y las promesas de campaña de Torrijos sólo quedarán en eso: en puras promesas.