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La avioneta calent� el motor, y despu�s rod� por la pista de despegue al norte de Colombia. Llevaba dentro piloto, copiloto y dos bolsas grandes de polietileno. Cuando estuvo a una altura de mil quinientos metros, dej� caer las dos bolsas. No conten�an ni marihuana, ni coca�na, ni ropa ni alimentos. Conten�an dos hombres, dos pistoleros al servicio de uno de los principales jefes del narcotr�fico en Colombia. Hab�a sido una curiosa y moderna manera de "dar un paseo".
En los famosos tiempos del gangsterismo en Chicago, en los a�os 1920, era com�n "sacar a dar un paseo" al pistolero que hab�a que eliminar. Casi siempre lo mataban en alguna zona apartada, haci�ndole un disparo. As� eran los famosos "paseos" de los g�ngsteres de Chicago.
El escenario ha cambiado, los medios son diferentes, y los motivos tambi�n. Ahora sacan a un individuo "a pasear" por el aire, y luego lo lanzan al vac�o para que se encuentre con la muerte a veces antes de llegar al suelo. Pero la raz�n es la misma: venganza o eliminaci�n de un c�mplice que "sabe demasiado".
La civilizaci�n y la cultura, la educaci�n y la tecnolog�a, no han hecho casi nada para mejorar la condici�n humana. Debajo de una capa de buenas maneras y de un traje bien cortado puede estar latiendo la bestia primitiva, la que obedece s�lo a sus instintos y se aprovecha de todos para satisfacer su propia avaricia.
Ca�n mat� a Abel con las manos; el hombre actual mata con armas autom�ticas, o con avionetas. Pero es el mismo coraz�n maligno, la misma alma implacable, el mismo delito y pecado, y la misma profanaci�n de lo que es la imagen de Dios.
Se necesita toda la fuerza de Dios para contrarrestar toda la fuerza del mal. S�lo Dios puede contener esa marea ascendente de maldad que amenaza con cubrirnos a todos y ahogarnos bajo sus densas olas. Cada uno de nosotros debe volverse a Cristo. �l es nuestro �nico refugio. |
