Exactamente no recuerdo quién dijo o dónde leí algo referente a este sentimiento que en pocas o muchas ocasiones aflora como parte de la no perfecta naturaleza humana.
Dicho concepto define la envidia como el mayor grado de admiración que siente el envidioso del envidiado, motivándolo a finalmente odiarlo, blasfemarlo, e incluso comentar entre personas hechos que distan mucho de la realidad.
Créame estimado lector, que en cierto punto tomo esto como válido, la envidia por lo regular viene de personas que en su momento comparten criterios e ideas con usted, siempre y cuando se mantenga igual o menos en aspectos familiares, económicos o sociales en comparación con ellos; pues claro ejemplo es el vecino o vecina, amigo o amiga que al ver que compra un auto, remodela su casa, consigue un mejor trabajo, etc., repentinamente comentan cosas desagradables de usted, le quitan el habla injustificadamente e incluso hay peores; pues hay quienes envidiándolo, hablan con usted, comparten con su familia, e incluso llegan pidiendo una ayudita para cualquier menester.
El problema de la envidia no es la envidia en sí, es la pérdida de tiempo en estar viviendo la vida del envidiado; qué hace, cómo viste, qué bebe, qué dijo, cómo son sus hijos, descuidando su propia vida, su presente en producir, en utilizar esa energía en forma positiva.
La envida aparece en su trabajo cuando recibe un ascenso, en la política que a pesar de lo difícil se escala y obtiene cargos y reconocimientos, en la comunidad cuando ven que usted surge; por eso aprendí a no lamentarme ni entristecerme cuando me enteraba de comentarios hirientes y malintencionados, pues al fin y al cabo cada señal parecida a la envidia desde su incubación hasta que florece es señal de que se avanza.
Qué fácil es bendecir por el progreso del amigo o del vecino, y mejor aún las riquezas que llegan al alegrarse por el progreso de alguien, es por eso que los envidiosos no avanzan, crecen, ni progresan, pues piensan que todo es fácil, cuando todo se debe a trabajo o estudio cuando se es profesional.
Por eso, cuando usted sepa quién le envidia y habla mal de usted, bendígalo, pues se ve que lo admira demasiado a usted.