Estaba claro que la selección nacional de fútbol que ganó hace dos días atrás la final de la Copa de Naciones de la UNCAF era un equipo que tenía algo que probar a sus fanáticos.
Tanto el técnico Gary Stempel como sus jugadores llevaban sobre sus cabezas la presión de devolverle el honor perdido a la camiseta por aquella vergonzosa derrota ante El Salvador el año pasado, la cual nos sacó de las eliminatorias para la próxima Copa del Mundo.
En esta misma Copa de Naciones, hace un poco más de una semana, Panamá había caído humillantemente ante la propia Costa Rica, y la prensa especializada vaticinaba que con una derrota más habría que pedir la cabeza de Stempel.
Parece que fue en ese momento que el equipo adquirió el sentido de urgencia que no demostró durante aquella eliminatoria. De ahí, llegó una victoria ante Guatemala. Luego se impusieron a los anfitriones Honduras por 1-0, y los "Stempel boys" coronaron su reencontrada dedicación con una venganza ante Costa Rica en la tanda de penales. Y con la Copa.
Los refranes más viejos, esos que suenan a cliché, son siempre los más acertados. En este caso, el que se aplica es "Querer es poder". Motivados por la verg�enza profesional y deportiva, Stempel y el equipo se armonizaron en los planteamientos técnicos y en ejecucución, hecho que la misma prensa futbolística nacional pudo apreciar y narrar durante este último partido contra Costa Rica.
Ahora, lo que sigue es mantener arriba la guardia. Nuestros jugadores deberán limitarse a ver el próximo mundial por televisión, pero vendrán otros. Celebren muchachos, porque definitivamente esto hay que celebrarlo. Pero no olviden que aunque hoy están saboreando las mieles del éxito, aún tienen mucho que probarle a su fanaticada.