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Miércoles 2 de febrero de 2000


MENSAJE
El rono del siglo en M�xico

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Hermano Pablo

Navidad de 1983. La ciudad de M�xico refulg�a de luces. Estaba llena de adornos, de alegr�a y de cantos. Los jefes y empleados del Multibanco Mercantil de M�xico, casa matriz, celebraban tambi�n su fiesta. Hab�a brindis, hab�a intercambio de regalos, hab�a augurios de felicidad.

Cuatro hombres se acercaron a la puerta del banco. Todos tra�an paquetes de regalo. �Traemos un regalo para el gerente�, manifest� uno de los hombres. As� que Juan God�nez, el guardi�n, los dej� pasar.

Dentro de las cajas de regalos hab�a metralletas. Los cuatro hampones robaron trescientos millones de pesos mexicanos con toda impunidad, mientras arriba segu�a, alegre, la fiesta navide�a.

�El robo del siglo en M�xico�, anunciaron los diarios al d�a siguiente. Nunca antes se hab�a robado tanto dinero de una sola vez en la capital azteca. Aprovechando el ruido de la fiesta y la ingenuidad de un pac�fico guardi�n, los hombres se hab�an alzado con el cuantioso bot�n.

En muchos pa�ses se suele hablar del �robo del siglo.� Es la primera frase de caj�n que se les ocurre a los reporteros cuando les mandan escribir una nota policial sobre un robo cuantioso. �El robo del siglo� aqu�; �el robo del siglo� all�; el �robo del siglo� acull�.

Pero �el robo del siglo�, el robo universal, el robo no del siglo sino de todos los milenios que lleva vividos la humanidad, no es de pesos, ni es de lingotes de oro, ni es de perlas o diamantes, ni es de pozos de petr�leo. El robo m�s grande es el que el diablo hace de la verdad salvadora. Porque ese robo no s�lo despoja a la gente de su salud, su felicidad, su integridad y rectitud, sino que hace que sus almas se pierdan eternamente. Y por eso es el robo m�s inicuo, colosal y malvado que pueda imaginarse.

Desde hace milenios la Biblia ha venido proclamando el mismo mensaje: �Cree en el Se�or Jesucristo y ser�s salvo... Porque tanto am� Dios al mundo, que dio a su Hijo unig�nito, para que todo el que cree en �l no se pierda, sino que tenga vida eterna� (Hechos 16:31; Juan 3:16). Pero por todos los medios el diablo procura robar de la mente de los hombres esa verdad salvadora, y poner en su lugar mentiras y enga�os. No permitamos que el enemigo nos robe la bendici�n. Aceptemos por fe a Cristo, �nico Se�or y Salvador, ahora mismo.

 

 

 

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