Viernes 29 de enero de 1999

 








 

 


MENSAJE
El espectáculo de la muerte

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

¿"Quieres venir a ver a mi papá? Está muerto". Y los chicos del barrio acudían a la casa de Jerry Richards, inglés de 32 años. El espectáculo estaba allí, el propio Jerry tirado en el suelo, con sangre seca en la nariz y en la boca, muerto ya veinticuatro horas.

Quienes hacían la alegre invitación eran sus hijos, Jerry de 10 años y Norman de 8. La madre, Susana de 30, completamente borracha, no atinaba a nada. No fue sino hasta que uno de los chicos vecinos refirió a su madre el espectáculo, que intervino la policía. El cadáver de un padre muerto por sobredosis de drogas había sido por dos días el espectáculo para todos los chicos del barrio.

Esta noticia, que viene de Inglaterra, país que alguna vez marchó a la cabeza de las nacionaes civilizadas, revela hasta qué punto llega la influencia de la televisión. Para los dos hijos de Jerry Richards, y para 15 ó 20 de sus amiguitos, un cadáver sangrante tirado en la alfombra era un espectáculo más.

Revela también el terrible efecto que tienen en las personas el alcohol y las drogas. Aquí tenemos un padre y una madre, muy jóvenes todavía, destruidos mental y moralmente por esos dos implacables enemigos. Y encima viene la televisión, para insensibilizar las conciencias.

No ando buscando fantasmas ni levantando luces rojas. Ni soy ni sensacionalista ni fanático. Solamente hago un llamado a la conciencia e invito a la reflexión.

Alcohol, drogas y televisión hacen estragos en la mente y embotan el sentido moral. Lo he dicho en otras ocasiones y lo repito porque es necesario. El hecho de no hacer caso a leyes morales, de no sentir ningún afecto hacia lo espiritual, de no creer en Dios, no altera en lo más mínimo las consecuencias de nuestra inmoralidad.

El castigo es igual, ya sea que uno supiera que está infringiendo la ley moral de Dios o no. Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

Amigo, sino le importa su propia suerte en esta vida, cuando menos piense en sus hijos. No los arrastre con usted a la incredibilidad, al vicio y a la muerte. Cristo quiere entrar en su vida.

El quiere darle lo que usted, sin saberlo, desea: Paz, armonía, satisfacción y gozo. Déjelo entrar.

 

 

 

 

FARANDULA
"Entre tú y yo"

 

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