La tragedia de El Salvador tambi�n tiene rostro de ni�o
Santa Elena
AFP
"Mi mam� todav�a no ha llegado a la casa, f�jese (...) aqu� la estamos esperando" dice Karla Sara�, de ocho a�os, un testimonio que refleja la tragedia personal de miles de ni�os y ni�as que sobreviven, tras perder a familiares o ver destruidas sus casas, en el macroalbergue "El Cafetal�n", luego del terremoto que sacudi� El Salvador el s�bado anterior. En El Cafetal�n, un complejo deportivo ubicado en Santa Tecla, 12 km al oeste de la capital, han sido ubicados en improvisadas carpas m�s de 10.000 damnificados tras el sismo y, seg�n el encargado del censo, Guillermo Gir�n, cerca del 50% son ni�os. Sara� espera que aparezca su madre y su hermanita Stephanie de tres a�os. Sin embargo, pasados cinco d�as desde el terremoto la realidad indica, casi con certeza, que es imposible que hayan sobrevivido en el residencial Las Colinas, donde un alud sepult� 300 viviendas y murieron 296 personas confirmadas, mientras un n�mero indeterminado a�n se reportan desaparecidos. "La casa se cay� en el borde (de la ladera), todas las paredes est�n rajadas", relat� la ni�a, cuya cara y brazos estaban cubiertos del polvo que se levanta de las canchas de f�tbol, y quien vive en el macroalbergue con su t�a y su abuela. Karla juega -y tambi�n pelea- con sus nuevos amigos en un tobog�n (deslizador) y entre los espacios libres del albergue, mientras los m�s peque�os se divierten con pedazos de mu�ecas y algunos juguetes que lograron recuperar de la tragedia. Otros menores ayudan a sus padres a acarrear el agua en tinajas sobre sus cabecitas, o se entretienen con las decenas de perros que tambi�n se refugiaron en el albergue. "Sabe, a una muchacha le cay� toda la casa y a una se le muri� la mam� y a otra se le sali� el hueso del pie", relata agitada Brenda, de tan s�lo cuatro a�os, cuyos inmensos ojos negros animaban el relato mientras su manita, de color caf� por la tierra suelta del albergue, escond�a una galleta. "A m� se me murieron cuatro primos. Es duro porque estaban peque�os. Yo vi s�lo cuando estaban sacando el cuerpo de una (...) se siente bien feo", manifest�, por su parte, Wilberth S�nchez, de 12 a�os, quien dijo que nunca antes hab�a visto un cad�ver. Ofelia Ar�valo, de 11 a�os, relata c�mo se ba�a cada d�a con un barril "y de ah� sacamos el agua", al tiempo que lamenta no poder ir a clases en la escuela (que deb�an reiniciar el lunes anterior) porque la instalaci�n tambi�n est� funcionando como un albergue. Cuatro sic�logas de la organizaci�n no gubernamental "M�dicos sin Fronteras", con la ayuda de estudiantes de la Universidad de El Salvador, ofrecen en una el servicio de atenci�n sicol�gica para adultos y los ni�os. Las sic�logas, que atienden a los peque�os de forma individual y con terapia recreativa mediante juegos, se integrar�n a partir de este jueves a un grupo de 20 especialistas, incluido un siquiatra, y empezar�n a trabajar en una unidad m�vil en otras zonas afectadas. "El objetivo es canalizar la agresi�n que ya se est� empezando a ver entre los ni�os (...), ellos no logran ver como los adultos la magnitud de la crisis, pero es la actitud de los mayores, porque el adulto est� muy pendiente de lo que perdi� lo que hace que se les prolongue la p�rdida", manifest� la sic�loga salvadore�a Ana Josefina Nuila. La especialista explic� que varios peque�os de siete y ocho a�os presentan conductas ya superadas como chuparse el dedo u orinarse en la cama, pero considera que con una sicoterapia adecuada "en dos o tres meses podemos tener un ni�o emocionalmente integrado" pero, para ello, "se necesita amor, paciencia y contenido afectivo". "Hay que confrontar a las personas con la realidad (...), si uno no se construye a s� mismo dif�cilmente puede reconstruir el entorno", agreg� la sic�loga. El economista Rolando Ram�rez y la te�loga Marta Benavides, de la entidad privada Siglo XXIII, tambi�n trabajan de forma voluntaria con los ni�os, a quienes introducen al teatro y la expresi�n oral, mediante los "cuentacuentos" para "darle alimento al alma (...) darles un espacio de recreaci�n, de tranquilidad", explic� Ram�rez. Por su parte, el m�dico voluntario Antonio Williams explic� que los peque�os ya empezaron a presentar problemas "de infecciones respiratorias agudas e infecciones intestinales" por el hacinamiento. Sin embargo, pese a la tragedia, las nubes de polvo, el dormir casi a la intemperie y convivir, a la fuerza, con un gran n�mero de desconocidos, los ni�os no se quejan y, a diferencia de los adultos, todos coinciden en que "est�n bien" y desean seguir viviendo esa vida que, tras el terremoto, adquiri� un valor distinto, pero no les arrebat� las ganas de seguir adelante aunque el futuro sea incierto.
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