Y una noche, finalmente me lo dijo: Soy prostituta. Al principio no le creí. Es decir, ¿quién puede creer eso proviniendo de una amiga? Lo más lógico es inclinarnos por un sentido del humor algo retorcido. Por lo que decidí seguirle el juego y decirle:
- ¿En serio? ¿Y dónde trabajas? ¿En vía Veneto? -. Ella me miró a los ojos y muy seria respondió: -Soy bailarina nudista en un club nocturno y de vez en cuando subo con algún cliente.
Demasiado tiempo llevaba conociéndola como para cuando decía la verdad. Y tristemente en ese momento lo estaba haciendo. Me costó un poco relacionar la imagen de la primera vez que la vi, cuando nos conocimos en la cafetería de la secundaria, mientras nos quejábamos de los precios, con la de una mujer semidesnuda sosteniéndose de un tubo de metal.
Hubo un molestoso minuto de silencio.
- ¿Por qué?, le pregunté en un tono casi indignado, al pensar que alguien como ella no tenía grandes necesidades como para rebuscarse en ese tipo de vida.
-Necesitaba pagar la universidad y ayudar a mi familia- fueron sus palabras, que al principio para mí no tenían sentido.
- ¿No te pudiste buscar otro tipo de trabajo?
- ¿De qué? La mayoría te pide experiencia y, cuando les dices que estás estudiando, no te vuelven a llamar. Otros te quieren pagar mucho menos y los que te dicen que te van a ayudar con los horarios, cuando cumples el mes, te hacen escoger entre tu trabajo o la universidad. Por lo menos en este, los horarios de rotativos son de 8: 00 p.m. a 4: 00 a.m. y de 10: 00 p.m. a 6: 00 a.m., casi lo necesario para dormir un poco en la mañana, ir a la Universidad en la tarde y regresar a trabajar en la noche.
- ¿Y tus papás? ¿No te preguntan de dónde sacas tanto dinero?
- Les digo que trabajo en un "call center", en el turno de madrugada y allí me dan bonos por ventas y horas extras.
Le hubiera seguido reclamando, de no ser porque vi sus ojos aguarse, y verla llorar era algo que mi corazón no podía permitir.
- ¿En serio te pagan por bailar? Porque hasta donde recuerdo, tienes dos pies izquierdos, le dije intentando suavizar el pesado ambiente.
- Una vez estaba bailando en el tubo, y al dar una voltereta caí de frente y mis sandalias salieron volando, pegándole a un cliente en la cara. Tuve que hacerme la loca y seguir bailando, pero juré que me iban a botar. Por suerte no fue así. Lo único es que perdí un zapato, porque el señor que golpeé, se lo llevó de recuerdo.
Finalmente, estaba sonriendo. Al parecer no me quedaba más remedio que tomar el tema con naturalidad y hacerle ver mi interés por ella, con preguntas sobre su nuevo trabajo, como si fuera cualquier trabajo más.
- ¿Van muchos señores?, le pregunté, apoyándome del final de su comentario.
- Donde yo trabajo, en su mayoría van hombres de 30 a 55 años. Algunos solteros, otros casados o extranjeros que están de paso.
- Puros hombres sádicos me imagino.
- No.. no todos. No te puedo negar que hay su par de pervertidos, que solo tienen el sexo en la cabeza. Pero te sorprenderías al saber que muchos van solo para distraerse. Toman un par de tragos, ven los "shows" y se van.
- ¿Y los que suben?-. Ella sabía a lo que me refería.
- Igual, no todos los que suben, buscan solo sexo. También aprovechan para contarme sus problemas, para desahogarse un poco. Otros me pagan solo por compañía.
Siento que algunos, por la soledad, intentan llenar ese vacío con sexo. Una vez atendí a un cliente que empezó a hablar y quedó llorando. Fue tan raro. Pero como te dije, muchos se sienten muy solos.. otros sí, son unos ¡pervertidos!
Debo admitir que, a pesar de lo que hubiera pensando al inicio, ahora el tema me comenzaba a resultar muy interesante. ¿Un hombre que paga sólo por compañía?
- ¿Y cuánto se paga por compañía?
- Los precios, en cualquier tipo de servicio, depende de la chica. Por ejemplo, yo cobro B/400.00 por tres horas. Así sea solo compañía. Aunque si el cliente quería, podía ser más.. lo básico solamente.
- ¿Lo básico? ¿Qué cosa es lo básico?
- Sexo.. sexo normal. Nada de sexo oral ni anal. Ni fetichismos o algo por el estilo. Ese es mi precio, depende del cliente si lo quiere aceptar. Como te dije, el precio lo pone una misma. Conozco a una chica, que cobra B/100.00 y hace lo que quieras.
- No me imagino a un panameño pagando B/400.00 por compañía.
- Pero lo hacen. Pagan el dinero y vamos a cenar, a dar vueltas en el carro, cosas así. Además, no solo van panameños, van mexicanos, ingleses, holandeses, hindúes, etc. y, sobre todo, ¡gringos! Los gringos son los extranjeros que más van.
- ¿No te da un poco de asco?
- Por supuesto que sí, sobre todo al principio. Pero luego, lo vas perdiendo. Como los doctores (risas).
Me costaba un poco creer que era mi amiga, con la que estaba hablando.
- ¿Y tienes un cliente fijo? Es decir, alguien que cada vez que va, sólo te busque a ti.
- ¡Claro! Tengo varios así y aunque suene poco creíble, ahora algunos de ellos, son amigos míos.
- Tienes razón, suena poco creíble ¿Qué percepción tienes de los hombres que visitan ese tipo de lugares?
- La misma que tengo de los que no lo hacen. ¿Crees que solo hay pervertidos allí? En la vida te encuentras con cualquier tipo de personas, ya sea fuera o dentro de un local como ese. Además, ya te dije, muchos van porque se sienten solos. Es imposible generalizar.
Ella tenía razón.
- ¿No tienes miedo que te hagan algo?
-Por supuesto, pero por decirlo de algún modo, con el tiempo aprendes a cuidarte. Además en el local hay mucha seguridad y bueno, cuando salimos, solo nos queda estar alerta. Pero siento que hay más peligros con las compañeras, que con los clientes. Es un mundo muy difícil, muy territorial por decirlo de algún modo. Hay muchos celos, muchas enemistades, y a veces un buen cliente, puede ser casi como un marido de turno. Y que otra te lo quite, no es precisamente algo que te alegre.
No había pensando en las demás, ¿Estarán todas trabajando por los mismos motivos?
- Y tus compañeras, ¿Están pasando por lo mismo que tú?
- Algunas sí, otras están ilegales y les cuesta mucho conseguir un trabajo; y otras, lo hacen solo porque es dinero fácil. En lo que cabe. Por lo menos hay muchas extranjeras, que piden permiso de estudiante, pero es solo para quedarse y trabajar como prostitutas, en realidad no les interesa hacer otra cosa.
- ¿Y no se cansan de tener sexo? Tú sabes.. tantas veces.
- Algunas sí. Pero otras les queda ummm ¿Cómo decirlo? Gustando, y tienen que hacerlo todas las noches. A veces creo que ni siquiera cobran. Pero sabes, la mayoría de las chicas que trabajan de eso, son bisexuales o lesbianas. Así que a esas, deberían darle puntos extras.
- ¿Y piensas trabajar allí para siempre?
Se echó a reír antes de responder: - Por supuesto que no. Ya me falta poco para terminar mi carrera. Pienso ahorrar lo suficiente para salir del club y poder sobrevivir hasta terminar y conseguir un empleo.. mejor. Muchas hacen lo mismo, mientras trabajan ahorran y luego se van. Abren negocios y viven de eso. Aunque debo admitir que la mayoría no hacen lo mismo. Algunas porque no quieren hacerlo y otras porque no logran encontrar nada mejor.
Todo lo que me decía era tan mecánico, que no pude evitar hacerle la siguiente pregunta: - ¿Nunca te has enamorado de alguno de ellos? ¿O viceversa?
- Yo no. Es decir, no creo que todos sean malas personas, pero no puedo verlos como la pareja sentimental ideal, y sé que con el tiempo, ellos tampoco me verán a mi de esa forma. Conozco señoras que regresaron a esa vida, después de años de casadas, con antiguos clientes, que con el tiempo, no dudaron en tirárselo en la cara. Así que en lo personal no creo que sea buena idea meter sentimientos en este negocio. Aunque sí he tenido mi par de admiradores, que me prometen cielo y estrellas, si dejo de trabajar y me voy con ellos. Pero ya te dije, no lo veo como algo duradero.
Nos quedamos en silencio nuevamente, meditando uno del otro.
- ¿Y tú? ¿Te avergüenzas de mí? No creo que sea la mejor persona para presentar a tus amigos o a tu familia.
- No.. me avergüenzo de mí, porque nunca te pregunté por ti, si querías hablar sobre algo, si las cosas en tu vida iban bien, simplemente di por hecho que estabas bien, porque parecías estarlo.
- ¿Y ahora? ¿Las cosas van a seguir como antes?
- Por supuesto, además, ¿Con cuántas amigas puede uno hablar de sexo tan abiertamente? (risas).
Ella se abalanzó sobre mí y me dio un fuerte abrazo. Cuando yo le respondí, se me fueron todas las dudas, todos los malestares que una noticia como esa puede causar en un amigo. La volví a reconocer como la niña de la cafetería que me hizo reír desde el primer momento, la volví a recordar como la muchacha que estuvo conmigo en todo momento, como la mujer que hoy me contaba que su vida no era perfecta.
Jamás podría avergonzarme de ella, porque aún que su forma de ganarse la vida no es precisamente la mejor vista por la sociedad, en ella siempre logré encontrar lo que en muchos había ausente.. una verdadera amistad.
Ella era mi amiga.. nada más.