El terremoto que destruyó a la pobre nación de Haití sembrando de muertos sus calles nos debe hacer meditar sobre la fragilidad de la vida y la necesidad de estar preparados para mitigar los efectos de una tragedia de esa índole.
Si bien es cierto que nada se puede hacer para detener ese tipo de movimientos telúricos, hay otras medidas que se pueden adoptar para disminuir el número de víctimas ante un sismo desvastador.
De salida, los organismos como el Sistema Nacional de Protección Civil, Cuerpo de Bomberos, Ministerio de Vivienda, alcaldías, la Cámara Panameña de la Construcci�n y la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos, deben rev isar las normas para la construcción de viviendas y edificios sismo-resistentes o para disminuir la vulnerabilidad de éstos ante un movimiento de ese tipo.
El desplome de las estructuras son el principal riesgo en un terremoto. Una casa o un edificio puede quedar en escombros en cuestión de segundos y sepultar a sus ocupantes.
Panamá no ha sufrido un terremoto desvastador, pero lo sucedido en otras naciones nos debe hacer reflexionar y preparar planes para enftentar una eventualidad de ese tipo.
La educación de la población también es prioritaria. Hay que ser constante en ello e instruir a laos panameños para que tengan alimentos, linternas, agua, medicamentos y una radiotransistor embalados en una bolsa resistente, en caso de una emergencia.
Ojala que nunca ocurra algo como lo que hoy sufren los hermanos de Haití, pero ni Panamá ni ningún otro país está libre de enfrentar una situación como eso, por eso hay estar preparados.