Muerte sin raz�n ni motivo
Hermano Pablo
California
El hombre se inclin� sobre el hoyo que acababa de cavar con su pala. Vest�a traje kaki, casco de corcho, y llevaba al cinto binoculares, lupas, c�maras fotogr�ficas y estuches de pl�stico. Andaba en las monta�as de Bolivia, en medio de una rica comarca arqueol�gica. Mientras David Francis Cusack, cient�fico de la universidad de Colorado, Estados Unidos, examinaba un trozo de cer�mica, alguien -no se sabe qui�n, no se sabe c�mo, no se sabe por qu�- lo mat�. Junto a �l quedaron sus instrumentos de ciencia, sus notas arqueol�gicas, sus fotograf�as y su diario de viaje. Hab�a sido la suya una muerte m�s, una muerte in�til, una muerte sumamente perjudicial, una muerte que no produjo provecho ni satisfacci�n a nadie, pero s� mucho mal y dolor a familiares, a la ciencia y a personas que sacrifican mucho dinero para que avancen las investigaciones arqueol�gicas en todo el mundo. Ante casos como �ste de la muerte, a manos de un irresponsable, de un cient�fico valioso, nos preguntamos una vez m�s: �Por qu�? �Por qu� tiene que morir gente buena? �Por qu� tienen que morir hombres de ciencia que dedican su vida a adelantar los conocimientos de la humanidad? �Por qu� tuvo que morir un hombre pac�fico, que trabajaba en una regi�n inh�spita, apoyado amistosamente por el gobierno de Bolivia, y s�lo por puro inter�s cient�fico y cultural? No sabemos por qu� hay muertes que parecen injustas. No sabemos por qu� muere un investigador solitario internado en las monta�as, o por qu� mueren millones de seres humanos v�ctimas de bombas y metrallas. La muerte sigue siendo, despu�s de todo, un misterio para nosotros. Pero s� sabemos que hay esperanza para los que mueren. S� sabemos que hubo un Grande que una vez muri� crucificado, y que despu�s resucit� y subi� a los cielos de nuevo para ofrecer a toda la humanidad la misma victoria sobre la muerte, el mismo triunfo sobre el sepulcro y la misma vida eterna a disfrutarse en los cielos. Ese Grande fue Jesucristo, que un d�a se hizo hombre en el pesebre de Bel�n, un d�a sali� a predicarle a la gente la palabra de amor y de vida, y un d�a tambi�n muri� y exhal� el �ltimo suspiro. Pero al tercer d�a resucit�, para nunca m�s volver a morir. Y la muerte de Cristo s� tuvo sentido y raz�n de ser. Porque �l muri� a fin de ofrecernos a nosotros el perd�n de los pecados y vida eterna en abundancia.
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