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Jueves 13 de enero de 2000


MENSAJE
Ni esperanza ni fe

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Hermano Pablo
EE.UU.

El fuego comenz� con un cortocircuito. En pocos minutos toda la casa estaba envuelta en llamas. Los tres cuartos y las dependencias de la residencia quedaron reducidos a cenizas humeantes, junto con todo lo que hab�a adentro.

Fue en el mes de octubre que la familia de Ra�l y Favela Mart�nez, de Santa Clarita, California, qued� en la calle. Con la ayuda de algunas instituciones ben�ficas, de iglesias y de amigos, armaron de nuevo la casa.

Sin embargo, a los cuatro meses exactos un segundo incendio arras� otra vez con todo. La casa qued� de nuevo en escombros, y la familia Mart�nez volvi� a quedar en la calle. Esto era el colmo. Una sola frase resum�a la situaci�n: �Ya no nos queda nada -concluy� Ra�l-: ni casa, ni dinero, ni esperanza ni fe.�

Nadie puede negar que una doble cat�strofe de esa �ndole basta para aplastar a cualquiera. Que a uno se le queme la casa con todo su contenido es una gran desgracia. Pero a Ra�l y a Favela Mart�nez les ocurri� dos veces: �dos veces en el brev�simo lapso de s�lo cuatro meses! Con raz�n dijo Ra�l: �Ya no nos queda nada: ni casa, ni dinero, ni esperanza ni fe.� Esta frase nos lleva a la reflexi�n. Qued�ndose uno sin casa, todav�a puede sobrevivir. Qued�ndose adem�s sin dinero, aun as� hay vida. Muchos son los que han comenzado una vida nueva cuando todo lo tangible se les ha esfumado. El ser humano, con esa resistencia que es parte de su naturaleza, es capaz de soportar casi cualquier tragedia. Pero cuando se esfuma la esperanza, cuando se apaga la fe, cuando pierde uno la confianza en s� mismo, en el pr�jimo y en Dios, ya es para decir: �No tengo raz�n para vivir.�

�Ha llegado usted, amigo, a ese punto? �Ha sido muy cruel la vida con usted? �Piensa que no le queda ya m�s recurso que decirle adi�s a este mundo?

Hay un detalle interesante. Cuando a uno se le han esfumado todos los frutos de la vida, es uno mismo el que tiene que volver a sembrar la semilla. Pero cuando a uno se le ha acabado la fe, es Dios, el autor de la fe, quien le devuelve a uno la esperanza.

El secreto consiste en darle tiempo a Dios. Dios tiene una virtud llamada �conocimiento previo�. �l sabe lo que est� haciendo con nosotros, y sabe adonde nos est� llevando. Tenga paciencia, mi amigo. La fe y la esperanza las da Dios, pero las da a su tiempo, pues sabe exactamente cu�ndo es que m�s las necesitamos. Tenga paciencia. Dios nunca se equivoca.

 

 

 

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