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 Miércoles 5 de enero de 2000


NUEVA EMBAJADORA EN EL VATICANO
Reversi�n del Canal abre nuevos desaf�os para Panam�, Juan Pablo II

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Ciudad del
Vaticano

El papa Juan Pablo II recibi� ayer a la nueva embajadora de Panam� ante la Santa Sede, Edda Victoria Martinelli de Dutari.

Durante la reuni�n, donde se le entreg� oficialmente las cartas credenciales a la diplom�tica, el Santo Padre resalt� los sentimientos de cercan�a y adhesi�n de la mandataria Mireya Moscoso y el pueblo paname�o en el siguiente discurso

DISCURSO

Me complace constatar que el nuevo gobierno de Panam� ha manifestado su intenci�n de continuar y acrecentar estas relaciones porque, si bien desde la autonom�a y diferencia de sus propios cometidos y en el riguroso respeto de las competencias respectivas, los poderes p�blicos y la Iglesia tienen una finalidad �ltima convergente en el bien de las personas concretas y el bien com�n de la sociedad.

En efecto, el aut�ntico progreso de los pueblos no s�lo se construye con disposiciones t�cnicas, por m�s que �stas sean acertadas y necesarias, sino tambi�n infundiendo un alma que d� sentido a la vida y consistencia a la convivencia, mediante una participaci�n c�vica responsable y un profundo sentido de solidaridad.

A ello ha contribuido ya desde antiguo la Iglesia, que precisamente en Panam� tuvo la primera di�cesis en tierra continental americana con el nombre de �Santa Mar�a la Antigua del Dari�n�, predicando a sus gentes el evangelio de Cristo, acompa��ndolas en un proceso de educaci�n integral, promoviendo los valores m�s elevados, defendiendo la dignidad de la persona y estando cercana en las dificultades, especialmente las de aquellos m�s desafortunados de la sociedad.

Movida por su fidelidad a la misi�n recibida de Cristo, sigue y seguir� dispuesta a ayudar a los paname�os a enfrentarse a los retos que se avizoran en el nuevo milenio y alertados a trabajar juntos por un futuro mejor para todos.

Este futuro comienza con un acontecimiento de gran importancia para Panam�, como la soberan�a sobre el canal que lleva su nombre, junto con los terrenos adyacentes.

Es un hecho que comporta grandes consecuencias jur�dicas y pr�cticas, econ�micas y pol�ticas, pero que reviste tambi�n, como Usted ha se�alado en sus palabras, un car�cter emblem�tico, al reafirmar la identidad hist�rica y geogr�fica de su Pa�s, llamado a desempe�ar un papel importante de comunicaci�n y enlace entre los pueblos del mundo.

Todo ello parece una invitaci�n a que Panam� se distinga precisamente por ser un pueblo acogedor, dialogante y de hondas ra�ces cristianas. Por eso, a la recuperaci�n de la soberan�a sobre el territorio deber� seguir un cuidado especial, para evitar que intereses o presiones extra�as terminen por desvirtuar los beneficios que esta magn�fica oportunidad hist�rica puede aportar a todos los ciudadanos, favoreciendo el desarrollo de proyectos destinados a erradicar la pobreza que padece una parte de la poblaci�n, a respetar cada vez m�s la dignidad de los diversos grupos �tnicos, a mejorar la educaci�n, agilizar la actuaci�n del poder judicial y hacer m�s humana y justa la situaci�n de los reclusos para que se facilite su reinserci�n en la sociedad y, en fin, proporcionar los medios necesarios para un desarrollo integral del hombre paname�o.

Le cabe a usted, se�ora Embajadora, el honor de comenzar su misi�n diplom�tica en Roma en v�speras de la apertura del gran Jubileo del A�o 2000, que es un acontecimiento de gran importancia para los cristianos de todo el mundo y en el que la Iglesia tiene puestas grandes esperanzas de renovaci�n y de reconciliaci�n.

Deseo de coraz�n que sea, tambi�n para Panam�, una ocasi�n propicia para impulsar su futuro espiritual y, como le dije en mi Carta Apost�lica Tertio millennio adveniente, �una oportunidad de meditar sobre otros desaf�os del momento como, por ejemplo, la dificultad de di�logo entre culturas diversas y las problem�ticas relacionadas con el respeto de los derechos de la mujer con la promoci�n de la familia y del matrimonio�.

Pienso sobre todo, en las mujeres y hombres atareados en vivir cada d�a con dignidad y orgullosos de poder contribuir a la construcci�n de un futuro mejor para su pa�s. Pido a nuestra Madre del cielo que proteja a sus hijos paname�os y les infunda el aliento necesario para progresar en los caminos de la solidaridad y de la paz.

 

 

 

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En efecto, el aut�ntico progreso de los pueblos no s�lo se construye con disposiciones t�cnicas, por m�s que �stas sean acertadas y necesarias, sino tambi�n infundiendo un alma que d� sentido a la vida y consistencia a la convivencia, mediante una participaci�n c�vica responsable y un profundo sentido de solidaridad.

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